Bahrein 2024, Red Bull, Netflix y el renacimiento de la F1

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La 6ta. temporada en Netflix de ‘Formula 1 – Drive to Survive’, trata acerca de 2023 pero parece 2024: Max Verstappen con aplastantes victorias de Red Bull, y Ferrari -Charles Leclerc- como 2da. fuerza, seguidos de Mercedes y McLaren, por delante de Aston Martin. El Gran Premio de Bahrein 2024 se pareció al Gran Premio de Abu Dhabi 2023, cuando se decidieron las posiciones de la Copa de Constructores.

Lo único nuevo en 2024 -y será apasionante en la 7ma. temporada en Netflix- es el escándalo sexual del jefe de Red Bull, Christian Horner, y una compañera de equipo, que ha dejado «humillada» a su mujer, Geri Halliwell, una Spice Girl.

79 capturas de imágenes y de conversaciones en WhatsApp supuestamente intercambiadas entre Horner y su subordinada, fueron difundidas desde una cuenta de correo electrónico anónima, cuando todos ya estaban instalados en Bahrein.

Red Bull absolvió a Horner de las acusaciones de mala conducta y comportamiento inapropiado. Pero Jos Verstappen, padre del campeón Max Verstappen, pidió la renuncia de Horner, para «no destrozar a la escudería».

Bahrein

Conclusiones del GP que inició la temporada 2024 del circo motor:

  1. Sergio Pérez, el otro piloto de Red Bull, debe comenzar a ganar algo porque ya está bajo presión, pese a que llegó 2do. Se desconoce si tiene posibilidades de algo más en la F1 conduciendo un vehículo muy competitivo.
  2. Ferrari parecía el gran rival de Red Bull pero Charles Leclerc sufrió con la temperatura de los frenos, perdiendo posiciones y el podio, que cayó en manos de su compañero español, Carlos Sainz. ¿No habrá que ponerle más fichas a Sainz?
  3. McLaren 2023 tuvo una gran remontada de performance ¿podrá mantenerlo en 2024? ¿Qué les sucede a su modelo en las curvas de baja velocidad? ¿Podrán regresar al podio?
  4. Mercedes esperaba más de su nuevo motor W15, que han padecido sobrecalentamiento.
  5. Aston Martin 2024 necesita dar un salto de rendimiento. En 2023 lo hizo mejor. Tiene mucho trabajo por delante.
  6. Alpine, ex Renault, no tiene vehículo apropiado, parece. El director técnico, Matt Harman y el responsable de aerodinámica, Dirk de Beer, renunciaron a sus cargos al terminar la competencia.
  7. RB, ex Alpha Tauri, tiene que coordinar mejor las relaciones entre sus pilotos (Daniel Ricciardo y Yuki Tsunoda) y los estrategas. La descoordinación afectó los cambios de neumáticos, y explotaron los vínculos, aunque puertas adentro.
  8. El DRS -Drag Reduction System, dispositivo introducido en la temporada 2011 que reduce la carga aerodinámica y así aumentar su velocidad para facilitar los adelantamientos- ahora se activa desde la 2da. vuelta: ¿podrá modificar las carreras?

Netflix

Hora de ir a Netflix. Resulta un producto notable ‘Formula 1: Drive to Survive’, en una apasionante 6ta. temporada. Es la serie documental entre Netflix y Formula One Group, de Liberty Global, propietaria de los derechos del Campeonato Mundial de Fórmula 1 de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo).

En 2016, Liberty Global compró la Fórmula 1 por US$ 4.400 millones.

La 1ra. temporada del fílmico fue estrenada en marzo de 2019 y refería a la temporada 2018 de la F1.

La docuserie producida por Box to Box Films (James Gay-Rees, Paul Martin y Sophie Todd) difunde la trama secreta de las competencias y sus protagonistas, 1 año después de ocurridos.

Liberty Global (ex Liberty Media Corp.), de John Malone, ha logrado revitalizar la imagen de la competencia con este producto.

El libro

En tanto, Joshua Robinson y Jonathan Clegg, de The Wall Street Journal, presentaron su investigación ‘La Fórmula: Cómo los pícaros, genios y fanáticos de la velocidad rediseñaron la F1 para convertirla en el deporte de más rápido crecimiento del mundo’ (Mariner Books / HarperCollins Publishers (que, al igual que WSJ, es propiedad de News Corp. / Murdoch).

Precisamente Robinson y Clegg publicaron en WSJ un complicado de un capítulo de su inminente trabajo, que trata acerca de Red Bull, la escudería más importante en los últimos 7 años, desde que le arrebató el cetro a Mercedes.

Red Bull ha construido un gran valor en la competencia, sin duda es un caso digno de felicitación y estudio.

Aquí un compacto publicado en WSJ:

«Dietrich Mateschitz nunca tuvo la intención de construir un campeón mundial de Fórmula Uno. Por otra parte, tampoco tuvo la intención de construir un imperio global de bebidas energéticas.

Logró ambas hazañas improbables gracias al mismo impulso básico: estaba aburrido.

Como ejecutivo de marketing en su Austria natal, Mateschitz viajó por el mundo a principios de los años 1980 vendiendo pasta de dientes, detergentes y cosméticos para mujeres para una empresa alemana. Estaba atrapado en una rutina, acercándose rápidamente a los 40 y cansado de la vida en la rutina corporativa. “Todo lo que podía ver eran los mismos aviones grises, los mismos trajes grises, las mismas caras grises”, dijo Mateschitz.

Mateschitz buscaba desesperadamente una salida a su pesadilla monocromática. Su ruta de escape eventualmente lo llevaría a la tierra de fantasía Technicolor de la serie de carreras de motor más popular del mundo.

Lo que comenzó con Mateschitz popularizando una bebida energética llamada Red Bull en la década de 1980, se convirtió en una revolución de marketing en la década de 1990 y, finalmente, en un equipo disruptivo de Fórmula 1 en la década de 2000 que haría que el nombre de Red Bull fuera sinónimo de grandeza en la F1.

Dietrich Mateschitz.

Dietrich Mateschitz.

El ascenso

Desde la década de 1950, la Fórmula 1 se ha mantenido como el pináculo de los deportes de motor, una serie global en la que 20 de los autos de carreras más sofisticados del mundo ahora ruedan rueda con rueda a lo largo de pistas sinuosas en lugares glamorosos desde Mónaco hasta Singapur.

Su historia fue escrita por empresas como Ferrari, Mercedes y McLaren, compañías que utilizaron el deporte como escaparate de sus habilidades de ingeniería.

Pero en apenas 2 décadas, un circuito dominado por esos gigantes del automóvil y visto por más de 1.500 millones de espectadores por temporada fue tomado por un equipo que nunca antes había construido un motor de combustión.

Los pilotos de Red Bull han ganado 7 campeonatos mundiales, incluidos los últimos tres para el prodigio holandés Max Verstappen. Su éxito ha sobrevivido a Mateschitz, quien murió en 2022 a los 78 años.

Recién salido de una campaña arrolladora el año pasado, en la que ganó 21 de 22 carreras, Red Bull es un favorito prohibitivo para convertir esta temporada 2024 en otra vuelta victoriosa a 320 km/h.

“¿Cómo puede una empresa de bebidas gaseosas enfrentarse al poder de los constructores que existían en la Fórmula 1?”, dice Christian Horner, quien ha supervisado las operaciones de F1 de Red Bull desde la 1ra. temporada del equipo en 2005. «Se trataba de entrar allí y enfrentarse a lo establecido, pero hacerlo de una manera diferente».

Christian Horner y Max Verstappen.

Christian Horner y Max Verstappen.

Red Water Buffalo

Mateschitz había estado haciendo las cosas de manera diferente desde un viaje de negocios rutinario a Tailandia en 1982. Buscando algo para aliviar su desfase horario, le ofrecieron un ‘pick-me-up’ local, que era uno de los favoritos entre los conductores de camiones de larga distancia: un brebaje amarillento y almibarado preparado por un farmacéutico tailandés como cura para la resaca.

Golpeó a Mateschitz como un triple ‘cafe espresso’ en el globo ocular. En cuestión de meses, dejó su trabajo y cofundó una empresa con el distribuidor tailandés de la bebida para comenzar a vender este producto milagroso en Occidente.

Antes de que llegara a los estantes, Mateschitz hizo algunos ajustes a la receta. Quería una versión carbonatada y menos concentrada del original, por lo que redujo los ingredientes a lo esencial: el carbohidrato glucuronolactona, un aminoácido llamado taurina y una dosis industrial de cafeína.

Luego rediseñó la lata de refresco tradicional en forma de bala de 8 onzas y le puso un precio de US$ 2 para indicar que no se trataba simplemente de otra bebida cola. También optó por una versión un poco más pegadiza del nombre tailandés, Krating Daeng, que se tradujo libremente como Red Water Buffalo.

En 1998, Red Bull había creado por sí solo una categoría completamente nueva de bebidas llamadas «bebidas energéticas». Vendía 300 millones de latas en todo el mundo. Y eso había convertido a Mateschitz en multimillonario.

El secreto del éxito

El secreto del éxito de Red Bull no fue el sabor (malo) ni sus beneficios para la salud (peores), sino la forma ingeniosa en que se comercializó.

Al presentarla menos como una bebida deportiva y más como un símbolo de un estilo de vida vanguardista y ‘carpe diem’, Mateschitz prescindió en gran medida de los tradicionales anuncios impresos y televisivos en favor de campañas discretas y de base centradas en festivales de música, fiestas salvajes y, sobre todo, deportes extremos.

Él puso el logotipo de Red Bull en patinadores, saltadores de base, saltadores de acantilados, escaladores de hielo, ultramaratonistas, kayakistas en cascada y en un evento extraño en el que lunáticos en busca de emociones lanzaban máquinas voladoras caseras desde el final de un muelle.

Red Bull campeón.

Red Bull campeón.

La F1

«Dijo que nunca iba a entrar en la Fórmula 1″, recuerda Bernie Ecclestone, el multimillonario británico de 93 años que controló el deporte durante más de 40 años. «Lo suyo eran tipos que saltaban de globos y cosas así».

Sin embargo, ninguno de esos esfuerzos encarnaba los ingredientes por excelencia de Red Bull: velocidad, resistencia y la amenaza inminente de peligro mortal. Para Mateschitz, la F1 fue una combinación perfecta en el paraíso del marketing.

En apenas una década, Red Bull se vinculó con lo profundo de la competencia de automovilismo más importante del mundo. La compañía patrocinó por 1ra. vez a un piloto en 1989, luego pegó su logotipo a un equipo unos años más tarde, pero siguió siendo poco más que un patrocinador habitual.

Eso nunca iba a satisfacer a Mateschitz. El equipo que Red Bull respaldó a Sauber, escudería muy mediocre. Después de sólo 5 podios en 7 temporadas, Mateschitz comenzó a preguntarse si estar asociado con un eterno perdedor sería tan bueno para su negocio.

2005

“Si una compañía de seguros patrocina a un equipo y el equipo pierde, la gente no cambia de compañía de seguros”, le gustaba decir. «Pero cuando los Red Bulls pierden, la gente consigue busca otra bebida».

Tampoco le entusiasmaba ser un logotipo corporativo más entre los cientos que hay en el pitlane de la F1. La asociación de Red Bull con los deportes extremos tenía como objetivo salir y hacer que sucedieran cosas. Así que en 2005, precisamente en el momento en que otras marcas de estilo de vida vanguardistas con efectos secundarios cuestionables (Marlboro, Camel, Lucky Strike y el resto del tabaco) estaban abandonando el deporte, Mateschitz compró la cáscara del equipo Jaguar F1, de Ford, por 1 libra esterlina. Lo renombró Red Bull Racing.

La Estación de Energía

Una vez más, su primer instinto fue modificar la receta. Mientras el resto del pitlane estaba obsesionado con ser el equipo más rápido de la F1, Red Bull se concentraba en ser el más ruidoso.

«Siempre pensamos que si los viejos equipos actuaban de una manera, ¿esa sería necesariamente la forma en que lo haría Red Bull?», dice Dominik Mitsch, jefe de Operaciones de Marketing de F1 para Red Bull en ese momento. «Y si no es la forma en que lo haríamos, ¿por qué no podríamos cambiarlo?».

El equipo dejó clara esa intención en la 1ra. carrera europea de la temporada 2005 en San Marino. En aquel entonces, la mayoría de los equipos llegaban a los Grandes Premios con casas rodantes que eran poco más que remolques de oficina modificados, estacionados detrás del pitlane para los diálogos con los patrocinadores y celebrar reuniones técnicas.

Red Bull tenía algo un poco diferente en mente. El equipo llegó con un reluciente edificio de vidrio y acero de 3 pisos con un techo hidráulico que se iluminaba por la noche para revelar un club nocturno con música de baile a todo volumen en el piso superior. Se llamaba Estación de Energía pero, en realidad, parecía más bien una nave espacial recién aterrizada.

Energy Station, de Red Bull: Revolucionó el mundo de la F1.

Energy Station, de Red Bull: Revolucionó el mundo de la F1.

Star Wars

La Energy Station fue solo el comienzo. Red Bull rápidamente se estableció como el principal disruptor del deporte, aparentemente decidido a desafiar cada regla no escrita y forma estándar de operar.

Ninguna parte del pensamiento convencional fue objeto de mayor ataque que la noción de que la Fórmula 1 debería ser un esfuerzo muy pero muy serio. En una pieza publicitaria de promoción cruzada, el equipo de boxes de Red Bull se vistió como soldados de asalto de ‘Star Wars’.

El equipo llegó a presentar un pequeño ejército de mujeres jóvenes conocidas como “Fórmula Unas”, elegidas a través de un concurso de belleza, para actuar como ‘influencers’ de la marca. Y contrató a un veterano del periodismo londinense para producir un tabloide irónico llamado ‘The Red Bulletin’.

Mateschitz se estaba divirtiendo tanto que pronto decidió que poseer un equipo de F1 no era suficiente. Menos de 1 año después de iniciar Red Bull Racing, adquirió un 2do. equipo, hoy conocido como Visa Cash App RB, en parte para brindarles a los graduados del propio programa de desarrollo de pilotos de Red Bull, un camino claro hacia el deporte. Se trataba de una planificación empresarial a largo plazo.

Sin embargo, para hacer algo de ruido, Mateschitz sabía que sólo había una estrategia de marketing que convencería a sus rivales de que pertenecía. Red Bull Racing necesitaba ganar.

'Star Wars' fue una de las apuestas de marketing cruzado de Red Bull Racing Motor.

‘Star Wars’ fue una de las apuestas de marketing cruzado de Red Bull Racing Motor.

Christian Horner

El 7 veces campeón del mundo Lewis Hamilton habló en nombre de todo el deporte cuando se burló en 2011 del equipo, sugiriendo que no tenía nada que hacer en la F1.

«Red Bull no es un fabricante de autos, es una empresa de bebidas», dijo. «Esto es una empresa de bebidas versus la historia de McLaren [y] Ferrari».

Para transformarse en un genuino competidor capaz de derrocar al establishment de la F1, Mateschitz hizo lo que pudo haber sido la apuesta más escandalosa de su carrera. Él contrató al jefe de equipo más joven en la historia de la F1, le entregó las llaves de toda la operación y se apartó del camino.

Christian Horner no tenía experiencia en la F1. Ni siquiera tenía un título universitario. Pero sus exitosos años en las categorías inferiores del automovilismo habían sido suficientes para que Mateschitz lo llevara en avión desde el Reino Unido a Austria para almorzar un día a finales de 2004.

«Tengo grandes ambiciones con este equipo», le dijo Mateschitz a Horner, que entonces tenía 31 años. “Quiero que sea diferente, quiero que tenga una energía diferente. No vamos a ser corporativos, vamos a hacer las cosas al estilo Red Bull… Y estoy preparado para correr un riesgo ahora. Estoy dispuesto a correr un riesgo contigo”.

Horner, quien hacía tiempo había renunciado a su sueño de llegar a la Fórmula 1 como piloto, sabía que ésta era la oportunidad que estaba esperando. Pero también sabía que no podía hacerlo solo y que los aliados eran pocos. De hecho, el día que le presentaron a los mecánicos e ingenieros de la fábrica de Red Bull F1, el personal abandonó rápidamente del edificio en señal de protesta.

Adrian Newey

El hombre que le ayudaría a cambiar las cosas y convertir a este ruidoso pero en gran parte fracasado advenedizo en un campeón era un británico calvo y de voz suave que estima que ha pasado la mitad de su vida encerrado en un túnel de viento. Adrian Newey era un aerodinámico de formación, pero a lo largo de más de 20 años en la F1, se había convertido en el diseñador de coches de carreras más influyente de su generación.

Cortejarlo para que se uniera a Red Bull implicó una serie de reuniones dentro de la Estación de Energía, cenas elegantes en Londres, el estreno de una película de ‘Star Wars’ y al menos un vuelo sobre los Alpes austríacos en un avión de combate propiedad de Red Bull. Sin embargo, sobre todo, se necesitaba un salario de 7 cifras.

«Es muy caro», le dijo Mateschitz a un ex conductor durante el proceso de contratación. «¿Qué debemos hacer?»

“Bueno”, respondió el conductor, “depende del valor que le pongas a un segundo por vuelta”.

Newey fue presentado formalmente como director técnico de Red Bull en noviembre de 2005 con el objetivo declarado de convertir al equipo en un competidor feroz. Y en 5 años, lo había cumplido.

Newey aaprovechó una serie de cambios radicales en las reglas técnicas como una oportunidad para empujar a Red Bull al frente del grupo. Su especialidad era detectar lagunas en el libro de reglas y luego atravesarlas con el pie en el suelo.

Adrian Newey, un mago tecnológico.

Adrian Newey, un mago tecnológico.

La tecnología

La F1 es tanto un problema tecnológico como un deporte. Debe actualizarse constantemente para mantenerse a la vanguardia del desarrollo de automóviles de élite, y lo hace reescribiendo sus especificaciones técnicas cada pocas temporadas.

Los equipos se ven obligados a volver a la mesa de dibujo en busca de algún margen de maniobra en las reglas que les permita encontrar una ventaja competitiva. Todo lo cual significa que los ingenieros rápidos y los diseñadores visionarios como Newey son tan importantes como los locos al volante.

«Quizás la parte de mi trabajo que más disfruto es descubrir qué significan esas regulaciones, cuál es su intención», dice Newey, «y si una diferencia sutil nos permite [explorar] nuevos horizontes».

El resultado de esas exploraciones fue un auto Red Bull diferente a todo lo que el equipo había producido antes: con un alerón más bajo en la parte delantera, uno más alto y estrecho en la parte trasera y una innovadora cubierta del motor en forma de “aleta de tiburón” que se extendía hasta el final. el alerón trasero. Su diseño de 2010, conocido como RB6, era tan aerodinámicamente superior al resto que podía tomar algunas curvas de alta velocidad a toda velocidad. Los conductores dijeron que era como si los vagones estuvieran sobre rieles.

Red Bull pronto encontró la fórmula para todo el deporte. Constaba de 4 elementos esenciales:

  • eficiencia aerodinámica,
  • eficiencia mecánica,
  • el motor y
  • el conductor.

«Si tienes buena aerodinámica y 2 de los otros 3, tendrás un buen paquete», dijo el diseñador jefe Rob Marshall. «Si tienes los 4, serás imbatible».

El equipo de Mateschitz estaba lleno.

La gloria

Red Bull se abrió camino hacia 4 títulos consecutivos a partir de 2010.

Para 2013, el equipo que se propuso derrotar a los aristócratas, ocupaba el mismo aire enrarecido de la élite.

Casi una década después, Red Bull rompió una racha de 7 campeonatos mundiales consecutivos para Mercedes y logró uno de los trucos más difíciles en el deporte: construyó una 2da. dinastía.

Ahora, con Newey todavía en su mesa de dibujo y Verstappen, de 26 años, en la cabina, Red Bull vuelve a ser prácticamente intocable. La mayor muestra de respeto hacia el equipo es que los rivales lo acusan de hacer que la F1 sea demasiado predecible, lo cual es difícil de discutir cuando los autos de Red Bull han tomado la bandera a cuadros en casi el 75% de las carreras desde principios de 2021.

Por eso ya nadie ve al equipo como un intruso. Lo que construyó Dietrich Mateschitz es ahora tan poderoso, tan exitoso y tan integral para el futuro de la Fórmula 1 que ya no es un outsider. Red Bull es un miembro de pleno derecho del establishment, que disfruta del mismo statu-quo que Ferrari y Mercedes.

Esto es lo que hace la F1. Es un deporte de disparos a la Luna que recompensa a aquellos que pueden reconstruir, reinventar y aprovechar oportunidades más rápido que nadie. Y para Red Bull, una serie de apuestas audaces los llevó desde camioneros bebiendo estimulantes líquidos hasta temerarios del automovilismo empapándose de una bebida de un tipo diferente: champán pegajoso y burbujeante en el escalón más alto del podio.