Elon Musk recibió un cachetazo inesperadoel pasado domingo cuando, en el Super Bowl LVII, Tesla fue víctima de un escrache publicitario de medio tiempo. El espacio, contratado por más de 600 mil dólares por parte de una organización llamada The Dawn Project, se usó para transmitir un comercial en el que se puso al desnudo severas fallas del sistema Full Self-Driving de Tesla, más comúnmente conocido como el piloto automático.
El anuncio, que sorprendió a todos los televidentes y presentes en el estadio, apuntó contra la marca de Elon Musk y el Departamento de Transporte por aprobar el producto, lo que generó que el Estado lance una investigación. Por la “denuncia”, el Gobierno de Estados Unidos le podría exigir a Tesla la reparación de más de 350 mil unidades del Model 3, que podrían presentar fallas asociadas a la conducción autónoma.
Si bien la respuesta de Elon Musk y Tesla todavía no llegó, el mega magnate ya comenzó a hacer su jugada para limpiar el nombre de Tesla, que quedó manchado frente a millones de espectadores. Algo que, claro, golpea la imagen de la empresa.
Al parecer, Musk decidió comenzar a tomar medidas en Twitter. En esa red social, que le pertenece desde el año pasado, comenzaron a surgir textos de advertencia antes de las publicaciones sobre The Dawn Project.
Según reportaron miles de usuarios, Twitter se encargó de desmentir la denuncia del comercial, aclarando vía sistema que la información vertida en los temas relacionados es potencialmente falsa. Una auténtica medida de guerra comunicacional.
Para la compañía, se trata solo de una campaña dañina por parte de competidores. De hecho, en Twitter circula una versión que apunta contra Dan O’Dowd, presunto fundador de The Dawn Project.
Según esa teoría, muy difundida por el algoritmo, O’Dowd habría sido rechazado por Tesla para desarrollar el sistema de auto conducción. Por ende existiría cierto resentimiento hacia la compañía por parte del empresario.
Así las cosas, Elon Musk volvió a mostrar que no es casualidad haber incursionado en el mundo de las redes sociales. Ya sea para defenderse a sí mismo o a sus compañías, el magnate tiene herramientas de sobra para influir en la opinión pública.