El exvicepresidente de Bolivia presentó el ensayo «La democracia como agravio»

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Para el expresidente de Bolivia, Álvaro García Linerala democracia liberal tal como la conocemos está en crisis. El creciente respaldo popular a propuestas de derecha y ultraderecha es el síntoma más novedoso de este retroceso histórico del progresismo. García Linera presentó este jueves en la Feria del Libro su más reciente ensayo, La democracia como agravio (Ed. CLACSO), un manifiesto en el que invita a recuperar y potenciar las formas democráticas alternativas que germinan en las luchas populares. En una Sala Rodolfo Walsh colmada, la presentación contó con la participación del doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Julián Rebón, y el docente e investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Pablo Vommaro.

Este texto de García Linera, un nuevo volumen de la colección Masa Crítica del CLACSO, parte de la hipótesis de que la democracia liberal tiene límites estructurales. A esos límites se los podrá superar «no haciendo a un lado la democracia liberal sino a través de la articulación de múltiples formas de democracia», advirtió el intelectual boliviano, para quien «el renacimiento democrático será una obra de la propia insurgencia democrática de la sociedad». También le dejó un mensaje al progresismo, si es que pretende recuperar la hegemonía que alguna vez supo ostentar en la región: «No basta con recordar lo bien que se estaba antes. La gente quiere estar bien hoy y mañana».

La democracia como lucha por el poder

Ante los límites de la democracia liberal, García Linera propuso «una democracia compuesta» en la que «uno tiene que zurcir democracia liberal más democracia sindical, más democracia barrial, más democracia de acción colectiva, más democracia comunal, más democracias plebeyas». En su análisis el intelectual parte de la definición clásica de democracia del economista Joseph Schumpeter, que la entiende como «un método mediante el cual unos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva».

Detrás de toda competencia hay una concentración del poder, y por ende la democracia liberal es una lucha por saber quién se va a quedar con ese poder. De esta forma, para García Linera «la democracia liberal siempre va a tender a generar algún tipo de agravio a las mayorías, sea por pobreza, o por desigualdad, o por injusticia». Pero también queda lugar para la insubordinación.

«¿Qué sucede cuando la gente de a pie, la que va a trabajar desde la madrugada hasta la noche, haciendo uso de su derecho a organizarse, rechaza decisiones oligárquicas de los que gobiernan y se moviliza para alumbrar o buscar otras maneras distintas de ser reconocidos como personas con derechos?», se preguntó García Linera, para quien «la población movilizada germina otra democracia en la que ella es la protagonista y no solo espectadora o electora».

La semana pasada asistimos en todo el país a una masiva movilización, que en principio era de estudiantes, pero a la que se sumaron distintos sindicatos y sectores sociales.consultó a García Linera si ese era un camino posible para reconstruir al progresismo. «Lo que ha sucedido aquí es algo que no sucedió en toda América latina. Ojalá sea permanente, y entonces tendrías un nuevo actor dentro del progresismo, al que tienes que entender y tomar en cuenta para lo que vayas a planificar a futuro», planteó el teórico marxista y agregó: «Hay que buscar que más fuerzas sociales encuentren en la educación el gran gatillador del descontento».

El malestar de la clase media

En el ensayo, que se puede conseguir en su versión en papel y de manera gratuita en el sitio web del CLACSO, García Linera advierte que los avances en justicia social y la democratización económica despiertan cierto odio y malestar en las clases medias tradicionales. Consultado por este diario sobre cómo hacer para recuperar a esas clases medias, el teórico respondió: «Es la mera pregunta para el progresismo. Ese problema sale por el éxito, no porque fallaste en lo que hiciste. Y frente a eso una opción es retroceder sin justicia. Entonces dejas de ser progresista y te conviertes en lo que eran los otros. Mi propuesta es: mantén tu programa radical de justicia social, de movilidad social ascendente de lo popular. Pero ten una política propia diferente hacia ese sector medio que se va a ver afectado. Pueden ser políticas redistributivas, culturales o reivindicativas identitarias».

Yendo a lo central de su ensayo, García Linera se preguntó: «¿Por qué bajo ciertas circunstancias que generan pobreza y desigualdad la democracia liberal es vista como una ofensa? ¿Por qué bajo ciertas circunstancias en las que hay avances sociales la democracia para las élites es vista como un peligro? ¿Qué está pasando en este mundo donde haces una cosa y es un agravio, haces otra cosa y es otro agravio?«. Una hipótesis que maneja quien fuera vice de Evo Morales entre 2006 y 2019 es que «el mundo está transitando un cambio de fase de una manera de organizar la economía, y una manera de organizar la dominación o modo de legitimación».

«No basta recordar lo bien que se estaba»

Estamos en la fase de cierre de una época, en la que «algo muere pero no nace nada nuevo, y lo que vives es la indeterminación», planteó García Linera frente al auditorio de la Sala Rodolfo Walsh. Lo que estamos viviendo en los últimos años, según el sociólogo, es un agotamiento de las primeras reformas del progresismo latinoamericano, que ampliaron derechos, distribuyeron la riqueza y sacaron a más de 70 millones de personas de la extrema pobreza.

«Las reformas de antes son insuficientes para los nuevos problemas económicos y sociales que se presentan para nuestras sociedades. Esta insuficiencia para abordar los nuevos problemas del progresismo a partir del año 2015 hasta hoy, ha dado lugar a un resurgimiento de políticas de nuevas derechas, más autoritarias, que plantean un regreso cruel y pervertido al neoliberalismo de los años 90″, planteó García Linera, quien insistió: «No basta recordar lo bien que se estaba antes. La gente quiere estar bien hoy y mañana, y eso es horizonte predictivo. La disputa de ese horizonte predictivo es la acción política».

Para el intelectual, una manera realista de imaginar reformas de segunda generación es tomar en cuenta lo que ya existe. «No se trata de inventar otra democracia, simplemente de articular y sumar. Hubo progresismo no por la democracia liberal sino por los levantamientos, por las movilizaciones, por las tomas de empresas, por las subvenciones, campesinas, populares, indígenas. Entonces esa es la fuente de enriquecimiento a la democracia», explicó García Linera, quien agregó: «No hay democracia si la democracia no llega al bolsillo. No hay democracia que no agravie si no se traduce en un mejor bienestar, un mejor comer, un mejor curarse y un mejor educarse, como decía el presidente (Raúl) Alfonsín».

Los cortocircuitos del MAS en Bolivia

Luego de la presentación del ensayo, Página/12 habló con García Linera sobre la coyuntura boliviana. El año que viene habrá elecciones presidenciales en el país sudamericano y las divisiones internas en el Movimiento al Socialismo (MAS) son evidentes. Al respecto, García Linera señaló: «Las diferencias y divisiones iniciales entre el líder social Evo Morales, y el líder estatal y presidente, Luis Arce, hoy han comenzado a producir fisuras al interior de las organizaciones sociales. Es una fisura que ha pasado de las élites populares a las estructuras populares. Ya no es meramente una disputa de líderes. Y si se mantiene hasta el año que viene, que es altamente probable, mi temor es que perdamos el 2025«.

 

Para el militante nacido en Cochabamba, estamos ante una inminente fragmentación del sistema político en la que ya nadie va a obtener la mayoría en la primera vuelta. Frente a un sistema de alianzas debilitado, García Linera propuso un «acuerdo redistributivo del poder» que incluya «primarias este año dentro del partido, de tal manera que uno, dos o tres candidatos opten por la votación de sus militantes». Y sobre los cortocircuitos con Evo Morales y un posible encuentro con el exmandatario para limar asperezas, el exvicepresidente de Bolivia aseguró: «La única preocupación de Álvaro es mantener unido el bloque nacional popular. Si hay que reunirse está bien, si no hay que reunirse también está bien porque no estoy en disputa de algo de poder, ni de un pedazo, ni de un átomo de poder. No soy un obstáculo para la unidad. Y siempre estaré dispuesto a contribuir con lo que sea necesario».