Las mujeres amazonas halladas en excavación arqueológica

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Una excavación arquológica confirma la real existencia de las amazonas, mujeres preparadas para la guerra, pero no para la gloria, a quienes la historia las encapsuló en el formato narratológico del mito. Sin embargo, no existe nada más difícil de enmudecer que un esqueleto exhumado.

Mujeres

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¿Por qué fueron las mujeres guerreras amazonas mitificadas?

El acápite conocido como «El observador de Arqueología» del periódico The Guardian publica hoy, domingo 24 de marzo la demitificación de la existencia de las amazonas, guerreras inapelables y vitalicias de estirpe que poblaron las narrativas épicas y mitológicas de todos los tiempos, para revelar que, en realidad, estas guerreras lo fueron de carne y hueso.

Estas mujeres atletas de la equitación a campo traviesa, de vida nómade, dotadas de una fuerza física portentosa, forjada al fragor de las guerras y de la intensidad y frecuencia de las justas en las que peleaban, no son mitos griegos…

Mito, significa «mentira». Aquella tesis narratológica en la que las había labrado la Historia, hoy, encuentra su antítesis; existieron, fueron reales, dejaron huella. Donde la lengua calla los huesos hablan, y todos sabemos que la muerte dice mucho sobre la vida.

Tanto es así, que las excavaciones de tumbas dentro de una necrópolis de la Edad del Bronce en Najicheván (Azerbaiyán) revelaron que las mujeres habían sido enterradas con armas como puntas de flecha afiladas, una daga de bronce y una maza, así como joyas, aduce la fuente precitada.

Los arqueólogos han llegado a la conclusión de que podrían haber sido mujeres amazonas que vivieron hace 4.000 años. Estas temibles mujeres eran famosas por su sociedad libre de hombres y su destreza en el campo de batalla, particularmente con el arco y la flecha.

La historiadora Bettany Hughes le dijo a The Observer: «Muestra que hay verdad detrás de los mitos y leyendas de la antigua Grecia».

En 2019, se encontraron en Rusia los restos de cuatro guerreras enterradas con puntas de flecha y lanzas y, en 2017, arqueólogos armenios desenterraron los restos de una mujer que parecía haber muerto por heridas de batalla, ya que una punta de flecha estaba enterrada en su pierna. A principios de la década de 1990, se encontraron los restos de una mujer enterrada con una daga cerca de la frontera con Kazajistán.

Premisa saliente de la excavación arqueológica de Azerbaiyán

Hughes dijo: «Una civilización no está hecha de una sola tumba. Si estamos hablando de una cultura que cruza el Cáucaso y la Estepa, que es lo que decían todos los antiguos, obviamente se necesitan otros restos».

Algunos de los esqueletos revelan que las mujeres habían usado arcos y flechas extensamente, observó Hughes: «Sus dedos están deformados porque usan mucho las flechas. Los cambios en las articulaciones de los dedos no solo ocurrirían por la caza. Esa es una práctica sostenida y grande. Lo que es muy emocionante es que gran parte de la evidencia ósea también muestra una clara evidencia de tiempo sostenido en la silla de montar. Las pelvis de las mujeres están básicamente abiertas porque están montando a caballo. [Sus] huesos están moldeados por su estilo de vida».

Mujeres que dejan de ser mitos

Una nueva serie de Channel 4 en abril, titulada Bettany Hughes’ Treasures of the World (Tesoros del mundo) dejará testimonio visual del hallazgo (para satisfacer al «homo Videns» que todos llevamos dentro) Uno de los episodios, «Las Rutas de la Seda y el Cáucaso», se centra en una parte del mundo que fue testigo del flujo y reflujo de culturas y civilizaciones durante siglos y donde las rutas comerciales unieron los continentes de Asia y Europa.

En la montaña de Khinalig en el Gran Cáucaso, el lugar habitado más alto de Europa había un asentamiento desde la Edad de Bronce, y algunos de sus 2.000 residentes cuentan que, en la antigüedad, sus mujeres se disfrazaban de hombres con pañuelos

«Decían: ‘todas nuestras abuelas lucharon. Todos los hombres se habían ido con los rebaños. Las mujeres siempre se cubrían la cara para pelear’, que es exactamente lo que decían las fuentes antiguas, para que la gente no supiera si eran mujeres u hombres», finaliza El Observador Arquológico.