Zgustova: «Lo irracional de los vínculos a veces nos une más que la pura racionalidad»

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El desarraigo y los complejos vínculos familiares que se generan a partir del exilio están presentes en la obra de la checa Monika Zgustova, quien en su última novela, «Nos veíamos mejor en la oscuridad», trabaja en clave de ficción la huida desde Praga que protagonizó junto a su familia, cuando en 1968 Checoslovaquia fue invadida por tropas de cinco países liderados por la Unión Soviética.

La autora, que actualmente vive en Barcelona, aborda en este libro -editado por Galaxia Gutemberg- la historia de Milena, quien narra cómo en plena adolescencia y de un día para el otro se embarcó junto a su familia en un vuelo a la India, y recién a los pocos días su padre les reveló a ella y a su hermano que no regresarían a Praga y continuarían su exilio hacia Nueva York, debido a la situación política de su país.

«La mayoría de mis novelas hablan de mujeres, del exilio y de la situación de individuos atrapados por un totalitarismo, una dictadura o alguna ideología esclavizante»Monika Zgustova

La protagonista de la novela da cuenta de esa vivencia, en un vuelo que de adulta realiza de Barcelona a Estados Unidos para reencontrarse con su madre enferma. Ambas han mantenido durante muchos años una relación más telefónica que presencial, como consecuencia de las separaciones que vinieron luego del exilio. El vínculo entre ellas se ha debilitado, por lo que en ese encuentro se verán sometidas a reproches mutuos, pero también al deseo desesperado de reconciliarse.

«La mayoría de mis novelas hablan de mujeres, del exilio y de la situación de individuos atrapados por un totalitarismo, una dictadura o alguna ideología esclavizante», dice Zgustova (Praga, 1957) desde un bucólico jardín de un hotel del barrio de Palermo, donde en este primer viaje a Argentina, también se refirió a su rol como traductora y a los viajes que realiza para difundir su obra. «La mujer silenciosa», es su novela más reconocida.

«Estuve varias veces en México y en Estados Unidos y el año pasado en la Feria del Libro de los Emiratos Árabes porque me están traduciendo dos libros a ese idioma. Es la primera vez que vengo a este país a presentar mi obra. Aquí los libros se venden muy bien porque los argentinos son muy cultos, según me han dicho, pues entonces tendría que venir un poquito más, para que los lectores conozcan mucho más mi obra», dice a Télam en un español que aún deja ver su procedencia de Europa del Este.

Periodista del diario español El País y autora de obras como «Un revólver para salir de noche», donde aborda el vínculo del escritor ruso Vladimir Nabokov y su esposa Vera, Zgustova considera que sus libros «son como metáforas del mundo de hoy, donde mucha gente tiene que huir de su países por motivos políticos o económicos y refugiarse en otros mundos».

Foto Osvaldo Fanton

Foto: Osvaldo Fanton

– «Nos veíamos mejor en la oscuridad» es una buena carta de presentación de su historia personal.
– Si, en un 85 por ciento la historia es real. Lo que me interesaba analizar en esta novela es cómo era nuestra familia, cómo eran nuestros lazos y qué pasó tras nuestro exilio porque los escritores que se han exiliado ya no pueden dejar este tema. Es tan fuerte el desarraigo y el paso de una cultura a otra que se convierte en una constante en la obra. Además, analizo cómo las relaciones a la distancia, básicamente las relaciones de familia, se diluyen, porque la distancia pone muchísimos obstáculos. La familia es algo que tú no eliges, la familia nos viene dada, entonces intentamos tratar a nuestros familiares con cariño, con amor, pero la distancia pone muchísimos obstáculos.

– ¿De ahí el título?, que puede interpretarse como que a pesar del desarraigo el tiempo de exilio en familia los mantuvo unidos, hasta que la protagonista decide dejar Estados Unidos y volver a Europa.
– Por un lado tiene que ver con eso, pero también está relacionado con el momento en que Milena y su madre están como a punto de tirarse los platos y entonces apagan las luces y se reconcilian en la oscuridad, más con gestos que con palabras. Lo que significa que lo irracional de los vínculos a veces funciona mejor y nos une más que la pura racionalidad de las llamadas telefónicas y la claridad del día.

– ¿Qué consecuencias trae el exilio?
– Me sentí de golpe totalmente amputada del mundo que tenía y eso es muy grave, muy traumático: hay gente que no lo puede soportar y no puede formar parte de la vida del nuevo país. Muchos pasan a integrar los guetos en los países donde se exilian, como los guetos de los cubanos en Miami o por ejemplo los rusos que yo vi en la costa este de Estados Unidos. Hay otras personas que, como yo, se lanzan a la piscina, y es lo más gratificante porque te llevas la cultura de tu país de nacimiento, pero también tienes acceso a la cultura del nuevo país. Yo tenía 16 años cuando nos exiliamos, una edad difícil, por eso cuando nos fuimos, mis padres a mí y a mi hermano no nos dijeron nada, en un primer momento, y así fuimos a la India y de allí a Estados Unidos.

– Tanto la novela sobre Nabokov como «Nos veíamos mejor…» están basados en historias reales. La realidad la convoca constantemente. ¿Piensa que eso tiene que ver con su rol de periodista?
– Para mí la la realidad cuenta muchísimo y en esto mi lado periodístico influye mucho porque siempre me ha gustado esa actividad y creo que el buen periodismo es literatura también. Siempre he sido defensora de esta idea y me encantó que Svetlana Aleixijevich consiguiera el Premio Nobel de Literatura, porque ella considera que sus libros son novelas y me parece bien porque son libros escritos entre géneros. Los míos también los son: tienen una parte ensayística, otra periodística y otra, puramente ficcional. Es la tradición de la novela centroeuropea, la novela de Kafka, de Kundera, con una amalgama de distintos géneros, típico del siglo XX.

– Milena recupera la anécdota que le llega su hermano a través de un etnógrafo que viajó en canoa en el Amazonas con un mono en estado de alteración, al que sólo logró calmar cuando le construyó con ramas un pequeño hábitat. ¿Por qué eligió esa escena?
– Todos necesitamos protección, necesitamos un lugar, un rinconcito donde sentirnos a gusto; estar en nuestra casa sin que nos vean. Cada vez más, la tendencia es que todo se vuelva transparente: te escuchen, te vean, que tu imagen se reproduzca o que nos puedan espiar. Ese mono necesitaba una casita, donde nadie, ni siquiera el dueño del barco lo pudiera ver. Esto lo hace un mono, un ser humano lo necesita aún mucho más.

– Las protagonistas de sus novelas son, en su mayoría, mujeres. ¿Cómo ve hoy el rol de la mujer en la sociedad?
– Siempre he sido feminista y escribir sobre mujeres es mi manera de hacer feminismo. He sido feminista desde el punto de vista práctico porque pienso que una mujer que ha estudiado debe trabajar y así lo he hecho. Creo que es muy, muy importante que el hombre y la mujer tengan el mismo sueldo por las mismas tareas. Es algo básico que no debería ni siquiera discutirse. De todas maneras, veo que la situación ha mejorado muchísimo desde que las mujeres se han hecho más fuertes. En los últimos cinco años veo cambios muy grandes en Europa, pero también alguna faceta negativa como la cultura de la cancelación en relación a las denuncias por violaciones que ocurrieron 30 o 40 años atrás -tanto a mujeres como a varones-, lo que es muy difícil de demostrar y entonces parece más una venganza personal. No deberíamos ser inquisidores, tendríamos que trabajar por nuestros valores, pero más bien con ganas de mejorar que de castigar.

«ME GUSTA VOLVER A PRAGA, ES COMO MI SEGUNDA CASA»

Zgustova, que en su última novela «Nos veíamos mejor en la oscuridad» narra en clave ficcional su experiencia de exilio, reivindica el uso de su lengua materna para componer ese tipo de obras y el de su segunda lengua, el español, para escribir sus artículos periodísticos; y cuenta que, «pese a la experiencia traumática del exilio», el paso del tiempo le permitió regresar a Praga, a donde vuelve habitualmente para difundir su obra.

– ¿Qué rol tuvo la escritura en la experiencia de exilio?
– No siempre me dediqué a escribir, empecé hace unos 25 años con una biografía del escritor checo Bohumil Hrabal, seguí con algunos cuentos y mi primera novela importante fue «La mujer silenciosa» que se publicó hace 17 años. Antes me dedicaba mucho a la traducción del ruso al checo y así entré en contacto con la cultura checa, lo cual me dio la sensación de no haber abandonado del todo mi país de origen. No me gusta estar mucho tiempo sin traducir. Ahora estoy traduciendo unos poemas de Hrabal, autor de «Trenes rigurosamente vigilados» y de «Una soledad demasiado ruidosa», porque su poesía casi nunca se ha publicado en lengua extranjera, salvo algunas ediciones pequeñas.

– ¿Escribe en checo o en español?
– Las novelas que hablan generalmente de mi historia, las escribo en checo, que es mi lengua materna, y yo misma las traduzco al castellano. En cambio cuando escribo un ensayo periodístico, prefiero el castellano porque como desde hace muchísimos años escribo artículos de opinión para El país, la verdad es que me resulta más fácil.

– ¿Regresó alguna vez a Praga luego del exilio?
– Sí, voy regularmente. Me quedan algunos familiares, pero no es que los vea mucho porque bueno, todo ha sido trazado por el exilio, ha sido un poco problemático, pero me gusta publicar mis libros allí también. Tengo un par de editores allí, o sea que siempre que me sale un libro viajo porque son dos horas en avión. Tengo amigos donde puedo quedarme y es como mi segunda casa. También me gusta volver a Nueva York, donde tengo una casa, porque hasta un cierto punto lo considero algo mío.