Cristina Pérez contó su difícil adolescencia en Tucumán

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La periodista Cristina Pérez relató que tuvo una dolorosa adolescencia en Tucumán, durante su paso por un colegio religioso.
 

“Sentía entre otras cosas que, con su mirada, las monjas instauraban que el amor y el deseo eran algo pecaminoso. Entonces, yo pensaba: ‘¿Cómo puede ser que Dios nos haya hecho capaces de amar y todo eso, que es tan natural como que las flores florezcan en primavera, fuese tan malo?’”.

A los 15 años, en una versión más contestataria y rebelada contra la idea de control y opresión de la religión, golpeó la puerta del despacho de la Madre Superiora para anunciarle: “Me voy de este lugar”. Antes, le dijo algunas cosas que quedaron entre ellas.

“Me la jugué. Sí que eso fue jugármela por la libertad. Mi libertad de pensar”, contó. Luego, comenzó el cuarto año de secundaria en el Liceo Nacional. “Ahí conocí otras formas de amor y de Cristo. Porque de repente tenía una compañera embarazada dispuesta a ser madre soltera u otra que trabajaba a medio tiempo como mucama. En fin, muchas historias increíbles, modos diversos de ver y de sentir la vida. Después de la crisis que viví a los 15, jamás volví a ser la misma”, agregó.

“Yo creo que fue en ese preciso momento y para siempre, que tracé una línea en defensa de mi libertad de pensamiento. Ahí empezó todo. Porque yo no les pregunté a mis padres si podría trabajar, fui a avisarles que trabajaría. Tal vez pedía permiso para ir a bailar, algo de lo que papá era bastante celoso, pero jamás para trabajar”, aseguró Cristina.

“Fue como si se trata de dos Cristinas paralelas. La naturalmente adolescente y la que estaba abriéndose camino. Las mujeres somos personas que no pertenecemos a nadie. Ni a los padres, ni a los maridos, ni a la sociedad”, añadió.

Cristina Pérez repasa su infancia y recuerda que “pasaba horas con un cepillo de brushing en la mano, que oficiaba de micrófono, jugando a conducir el noticiero”. “Cuando vos terminás haciendo en tu vida aquello a lo que jugabas nunca dejás de tener esa sensación de ‘qué bueno está este juego’. Es algo que tengo muy presente, muy en cuenta”, comenta.

“Crecí con pocos recursos y en una provincia con un solo canal (Canal 10), un solo informativo y una sola presentadora, Silvia Rolandi, a quien sigo saludando con total admiración. Pero a los 14 ya tenía voz en un programa radial, sintiendo la certeza de haber nacido para eso», sumó.

«Aún cuando nada estaba al alcance, ni siquiera había carrera de periodismo ni de locución en Tucumán, por lo que, con el correr de los años, aprendí que tener lo imposible es tener un montón. Es tenerlo todo”, valora la conductora.

“Yo era la chica rara, concentrada, metódica, insoportable. Muy amante de los clásicos y de las desafiantes lecturas complicadas, que escribía todas las obras de teatro del colegio, las ponía en escena y las actuaba. Una nerd. De quien en casa comentaban asombrados: ‘¡Se encierra a leer cada cosa en vez de salir a jugar!’. Y esa que al entrar a un aula podía escuchar el murmullo de la casa al pasar. Con los años se le ha puesto el nombre de bullying. Y al respecto creo que debemos tener cuidado con el tratamiento”, sostuvo Cristina.