Rosa de Guayaquil, una historia para mirar Latinoamérica

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En su nueva novela la escritora salteña Liliana Bellone vuelve al cruce de géneros para revisitar, en este caso, un episodio de la historia grande latinoamericana: el encuentro del libertador José de San Martín con la joven guayaquileña Rosa Campuzano Cornejo. Un encuentro amoroso, pero también político, puesto que hombre y mujer luchaban por la independencia.

Rosa de Guayaquil se publicó en julio pasado en Madrid, por la Editorial Verbum, y comenzó a venderse en Europa antes de que fuera presentado aquí, en septiembre último.

«Lo que quiero con esta novela, lo que deseo yo, es un poco la visión histórica y política de una América unida, o sea, mirar un poco. Mirar hacia Latinoamérica, hacia el Perú, hacia Colombia, hacia Venezuela (felizmente ahora hay acuerdo entre Colombia y Venezuela), el Ecuador, Bolivia, que ha sido tan importante sobre todo para Salta, ¿no? Alto Perú, Chile, bueno, mirar así al continente, por eso la pongo a Lima en un lugar importante, de ciudad señorial», explica la autora sobre las motivaciones de su nueva obra.

En algún momento reconocerá que su literatura es situada, la escribe desde Salta, una provincia que efectivamente mira hacia a Latinoamérica, cuyo pueblo se confunde con los pueblos de esos países. Y de ahí vino, recuerda Bellone, la idea independentista que fraguó en la Revolución de Mayo.

«Hay un sustrato cultural muy importante. Las universidades más antiguas están en el Alto Perú, en Lima o en México, entonces es revalorar esa historia y que se contrapone con el mercantilismo y la mentalidad burguesa porteña, que les fue útil a los Borbones también, porque los borbones apoyaban todo esto». Ahora le dirían grieta: «A esos que les gusta Lima, bueno, vayansé a Lima. Ya nos han dicho que nos vayamos a Lima», contó entre risas.

El escenario de Rosa…, la novela, es la capital peruana en aquellos años de guerra, con todo lo que eso lleva implícito. Rosa Campuzano y San Martín se conocieron en Lima, y comenzaron un romance en esa misma ciudad. Eran los días previos a aquel famoso encuentro con Simón Bolívar, en Guayaquil. Sobre eso también trata la obra.

Bellone, que proviene de un hogar en el que la historia era central, recuerda que le interesaba mucho el encuentro de los héroes latinoamericanos, más aún en este año, en que se cumplían, se cumplieron, 200 años de esa reunión histórica. Pero en realidad el tema ya venía habitándola desde tiempo antes. Había leído Guayaquil, el cuento en el que Jorge Luis Borges se refiere al enigma de aquel encuentro, y había leído también La entrevista de Guayaquil y El santo de la espada, de Ricardo Rojas. Con esas y otras lecturas llegó a Rosa Campuzano Cornejo, personaje central de Rosa de Guayaquil.

La obra se narra con distintas voces, pero es clara la voz femenina que se impone, la de la mujer que por su condición misma se ve obligada a mirar los acontecimientos desde un costado, entrando a la escena para lo que se le requiere y volviendo a ubicarse en segundo lugar, como las reglas de la época exigían.

La vida de Rosa Campuzano Cornejo parece buen material para la creación literaria: hija natural de la mulata Felipa Cornejo y del rico hacendado Francisco Herrera Campuzano Gutiérrez, reconocida por su padre, era actriz y se había convertido en espía para ayudar en la lucha independentista. Era muy amiga de otra figura destacada de aquellos años, la guerrera ecuatoriana, compañera de Simón Bolívar, Manuela Sáenz, con la que compartió el espionaje para la causa latinoamericana. Para volverla aún más interesante, a Rosa le gustaba leer y no cualquier literatura, en 1818 fue denunciada a la Inquisición por tener libros prohibidos.

En julio de 1821 se convirtió en la amante de San Martín, que (para enojo de la sociedad limeña) más tarde la incluyó entre las 112 personas a las que reconoció con la Orden del Sol por sus aportes a la lucha por la  independencia americana.

Además del dato histórico de que fue la cuidadora en Lima de la biblioteca que dejó el general argentino, y de que le gustaba leer obras que no eran las que la moral de la época indicaba como apropiadas para una joven, en la novela Bellone agrega otro dato ficcional que refuerza esa imagen de mujer liberada ya en aquellos años. La ficción hace posible un encuentro entre Rosa y la gran escritora salteña Juana Manuela Gorriti, hija del abogado y militar José Francisco Gorriti, que luchó contra los realistas en el norte argentino.

Literatura para vivir y literatura situada

¿Por qué escribir? «Por necesidad. Como un testimonio de mi época, de mi sociedad», dice Bellone. «Gran polémica», confirma cuando se le pregunta si la literatura tiene una función social. «Todo es social, aún el poema más intimista», el arte siempre tiene una función social, afirma.

Sin la imaginación, dice, estaríamos en un realismo puro, una situación que a la autora se le presenta insoportable. «Sin fantasías, sin fantasmas, el mundo sería invivible». 

Bellone entiende que su lugar en el mundo influye en su obra. El hecho de ser salteña, «porque «Esta región del país es el corazón de Sudamérica».

«Si uno ve el mapa geográficamente, el corazón de Sudamérica, entre los Andes, la selva, entre la montaña y los paisajes tropicales. Todo esto, lo que ahí hago notar que era el marquesado de Yavi, en una franja que iba desde el Pacífico hasta prácticamente la selva brasilera, el Paraguay y parte cercana a Brasil, o sea que tiene su identidad, y muy relacionada con el Perú, sobre todo Salta, Salta tiene mucha relación con el Perú desde el punto de vista cultural, religioso». De hecho, recuerda, «las imágenes de los señores del Milagro llegaron al puerto de Callao».

Y luego está «la guerra gaucha, si no hubiera sido por Güemes, San Martín no hubiera podido cruzar la Cordillera», no hubiera llegado a Lima. El asesinato del general Martín Miguel de Güemes fue una traición, sostiene la escritora, «se supone que alguna orden debe haber habido de Rivadavia», dice, y recuerda que «San Martín lo esperaba (a Güemes) en Lima».

Este territorio que ahora son Salta y Jujuy fue escenario de esa guerra independentista que ahora algunos historiadores comienzan a valorar. «Leía a Ricardo Rojas, también hace una revaloración de la guerra en Jujuy».

Articulación de géneros

Bellone destaca que sus novelas «están articuladas» con los demás géneros, con la poesía, también con lo dramático, lo biográfico y lo histórico. Eso se aprecia en Rosa de Guayaquil, donde hay una obra dentro de la obra principal. Rosa de Guayaquil «bien podría ser una obra dramática», dijo la profesora Yenny Paz Zamora en la presentación del libro en Salta.

«La poesía surge en la escritura», comenta Bellone. Y la biografía, uno de los tópicos de su obra. Y «la articulación con la historia que me ha llevado a mirar la realidad de otro modo«. Esa de mezclar los géneros es una enseñanza de Cervantes, recuerda.

La mayoría de las protagonistas de las obras de Bellone son mujeres «Se me imponen las voces femeninas», «me cuesta bastante poner en la voz masculina». De la intimidad de ese proceso creativo dice que «es importante escuchar la época, no solo verla». «Las mujeres como que son más profundas, tocamos temas universales», cuestiones sin tiempo, por eso mismo siempre presentes en la humanidad.

Una vez reunidos los elementos de la escritura, de esa obra, hay un dictado interno, «casi como cuando uno escribe poesía»; luego «lo vas modelando», «ahí está el oficio de narrador», o narradora. «La novela es como un árbol que se va abriendo», grafica moviendo las manos.

Cuando estás creando algo, estás viviendo como en dos planos, dice. «Me pasó eso con Evita, por ejemplo». «Te encontrás con el personaje», hay un esfuerzo que no descansa ni aún con el sueño. «No sé si Philippe Ariés dice eso, que la imaginacion en la historia no es mal venida, porque hay esos huecos que los llena esta fantasía, imágenes». «Mientras se puedan escuchar otras voces está asegurado el humanismo», afirma.

En Salta, Rosa de Guayaquil está en venta en la librería Doce Letras. También se lo encuentra en plataformas de venta electrónica.