En Chile destrozaron a Milei: «Aspirante a Rey Sol sudamericano»

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El diario La Tercera de Chile destrozó este domingo a Daniel Milei con las críticas columnas de Daniel Matamala y Oscar Contardo, dos de los columnistas más importantes de ese país.

Ambos periodistas escribieron un perfil sobre el presidente argentino a raíz de la publicación de su libro, material que sirvió de excusa para su recital en el Luna Park, con el plagio de un texto de dos economistas chilenos.

Sin embargo, no se detuvieron en el copy paste de Milei sino en los aspectos más disfuncionales de su Presidencia y su propio rol como jefe de Estados.

Así, Matamala calificó a Milei como «aspirante a Rey Sol sudamericano». Después de referirse a la emblemática frase de Luis XIV, «El Estado soy yo», señaló que «Milei se proclama como el líder de ‘las fuerzas del cielo’, y portador de una misión divina», acaso como los antiguos monarcas.

«La barrera entre los intereses del Estado y los del líder, entre la República y el caudillo, han desaparecido», afirmó Malamata y agregó: «Mientras Argentina sufre una de las peores crisis económicas y sociales de su historia, Milei está dedicado a viajar por el mundo en el avión presidencial (el mismo que prometió vender), en una agenda que obedece a sus deseos personales».

Mientras Argentina sufre una de las peores crisis económicas y sociales de su historia, Milei está dedicado a viajar por el mundo en el avión presidencial (el mismo que prometió vender), en una agenda que obedece a sus deseos personales.

Matamala reparó también en la copia textual de «párrafos completos de libros de dos economistas chilenos» pero agregó: «en una suprema ironía, plagió un trabajo de Conicet, el prestigioso ente científico que ha prometido cerrar, tachando a sus trabajadores de ‘parásitos'».

Y luego de advertir que el lanzamiento del libro incluyó su interpretación de la canción Panic Show de La Renga, señaló que se trató de un «plagio sobre plagio». «Su suma devoción por la propiedad privada no alcanza a la propiedad intelectual, que viola ya como una costumbre», remató.

En Chile destrozaron a Milei: "Aspirante a Rey Sol sudamericano"

Por su parte, Contardo tituló su columna con el nombre de la canción que Milei entona desde sus actos de campaña pero reparó en los inicios de la referencia pública del ahora mandatario. «Milei comenzó su carrera a la fama en uno de esos programas a medio camino entre la actualidad y el insulto, como economista recomendado no por su currículum, sino porque en las reuniones sociales defendía sus puntos con la pasión y el desborde que funcionan como carnada de audiencia: los ojos abiertos con el gesto que provocan las pesadillas, las frases rabiosas escupidas sin decoro, la melena cubista electrizada».

Sin embargo, distinguió su ascenso y su representación de la que pudieran acreditar actores cuyas semejanzas suelen remarcarse, como Donald Trump y Jair Bolsonaro. «A diferencia de Donald Trump, su símil norteamericano, Milei no es heredero, ni un magnate acostumbrado a moverse entre poderosos. A diferencia de Jair Bolsonaro, no tiene una biografía que lo dispusiera en una institución como las Fuerzas Armadas en contacto ideológico con agrupaciones de base con hambre de influencia política, como los cultos pentecostales brasileños», aclaró.

Milei comenzó su carrera a la fama en uno de esos programas a medio camino entre la actualidad y el insulto, como economista recomendado no por su currículum, sino porque en las reuniones sociales defendía sus puntos con la pasión y el desborde que funcionan como carnada de audiencia.

Contardo advirtió que ya se sabe «mucho» sobre Milei. «De su currículum maquillado y de su perro muerto y clonado; sabemos de la hermana tarotista que ahora tiene despacho y sueldo de ministra en palacio de gobierno, y de la velocidad con que pasa de la risa a la ira y de la rabia al llanto», enumeró y señaló que: «Los diagnósticos psiquiátricos cunden, sin embargo, él sigue avanzando como si se alimentara de las burlas que recibe».

Por eso, propuso en su nota «indagar más en el vacío de sentido que lo encumbró y en la profunda y añosa herida que su esperpéntica figura representa».

Y terminó analizando el riesgo chileno de que una experiencia trasandina imite lo que pasa en Argentina: «La versión chilena de ese concierto de mentiras repetidas como estribillo por un montón de fanáticos demasiado cansados para distinguir dónde termina su legítima decepción y dónde la democracia», concluyó.