Portugal celebró los 50 años de la «Revolución de los Claveles»

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Miles de personas celebraron este jueves en Lisboa el 50 aniversario de la «Revolución de los Claveles», que acabó con 48 años de dictadura en Portugal.La jornada empezó con un desfile militar en una gran plaza del centro de la capital, en la que participaron vehículos militares de la época restaurados para la ocasión y reunió a una inmensa multitud por la tarde.

«25 de abril, ¡siempre! ¡Fascismo, nunca más!», gritaron los manifestantes, con claveles rojos en la mano o en el ojal. «Es una gran alegría estar aquí», declaró a la agencia AFP Helena Pereira, que tenía dieciséis años cuando se produjo el alzamiento que dio un vuelco en la historia de Portugal.

El régimen derrocado en 1974 había nacido con una dictadura militar instaurada en 1926. El entonces ministro de Finanzas, Antonio Salazar, dirigió luego el gobierno entre 1932 y 1968, cuando fue reemplazado por el profesor de derecho Marcelo Caetano. «La Revolución de los Claveles» fue bautizada así porque la población, que se puso del lado de los golpistas, distribuyó flores de primavera a algunos soldados que las clavaron en el cañón de su fusil.

El rechazo de la derecha

Antes de él hablaron los representantes de los distintos partidos políticos en el hemiciclo, donde hay 50 diputados del grupo de ultraderecha Chega, el mayor número de escaños en poder de una fuerza extremista de este tipo en los 50 años de democracia en Portugal.

El líder de Chega, André Ventura, criticó al mandatario quien dos días antes declaró en una cena con corresponsales extranjeros que su país debía asumir la responsabilidad por los daños que supuso la colonización para otros países. «Señor presidente, fue elegido por los portugueses, no fue elegido por los guineanos, por los brasileños, por los timorenses, ¡Fue elegido por nosotros!», manifestó el líder de Chega, André Ventura.

También manifestó su rechazo al pago de reparaciones el líder de Iniciativa Liberal (IL), Rui Rocha, cuyo grupo es la cuarta fuerza en el Parlamento, quien dijo que «la historia no es deuda, la historia no obliga a la penitencia». «Quien declara esa obligación como nuestra, indemnizar a terceros con nuestro pasado, atenta contra los intereses del país, reduciendo su función a la de portavoz de sectarismos importados y, sobre todo, apartándose del compromiso de representar a la abrumadora mayoría de los portugueses», aseguró.