El descubrimiento del VIH/SIDA: La carrera científica que cambió la historia de la medicina

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El 23 de abril de 1983, investigadores franceses del Instituto Pasteur anunciaron el descubrimiento de un nuevo retrovirus, al que llamaron inicialmente «virus asociado a la linfadenopatía» (LAV, por sus siglas en inglés). Este hallazgo se convertiría en la pieza clave para comprender el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

Una búsqueda contrarreloj

El anuncio de los científicos franceses no surgió de la noche a la mañana. Desde 1981, los primeros casos de SIDA se habían identificado en Estados Unidos, generando un enorme desconcierto y alarma. La comunidad científica se abocó a encontrar la causa de esta enfermedad que afectaba principalmente a hombres homosexuales y bisexuales, usuarios de drogas intravenosas y hemofílicos.

La epidemia del SIDA estaba afectando a miles de personas, lo que conllevó al esfuerzo de la comunidad científica para encontrar al causante y poder combatirlo.

La epidemia del SIDA estaba afectando a miles de personas, lo que conllevó al esfuerzo de la comunidad científica para encontrar al causante y poder combatirlo.

Los investigadores sospechaban de un agente transmisible, posiblemente un virus. Las primeras pesquisas se centraron en el retrovirus HTLV-1, pero las pruebas no eran concluyentes en todos los casos. Fue entonces que el equipo del Instituto Pasteur, liderado por Luc Montagnier y Jean-Claude Chermann, comenzó a estudiar muestras de pacientes con SIDA.

El descubrimiento del LAV

En enero de 1983, después de que los investigadores recibieran una biopsia de un ganglio linfático de un paciente con SIDA, la viróloga del equipo Françoise Barré-Sinoussi detectó la presencia de una enzima retroviral llamada transcriptasa inversa, crucial para la replicación del virus. Poco después, Charles Dauguet, microscopista del laboratorio, logró visualizar por primera vez el virus bajo el microscopio electrónico.

A última hora de la tarde, mientras dejaba enfriar el microscopio electrónico antes de apagarlo, vi un virus debajo de la pantalla. Salí corriendo del laboratorio gritando «¡Lo tengo, lo tengo!». Si alguien me hubiera visto en el pasillo en ese momento se habría preguntado si estaba en mi sano juicio.

Poco después de que se encontrara la enzima responsable de la replicación del VIH, el equipo del Instituto Pasteur pudo observar al virus por primera vez en el microscopio.

Poco después de que se encontrara la enzima responsable de la replicación del VIH, el equipo del Instituto Pasteur pudo observar al virus por primera vez en el microscopio.

El descubrimiento del LAV representó un avance significativo. Aunque aún faltaba confirmar su relación con el SIDA, este hallazgo abría un nuevo camino en la investigación.

Una carrera con dos frentes

Paralelamente al trabajo del Instituto Pasteur, un equipo de investigadores estadounidenses liderado por Robert C. Gallo del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) también se encontraba tras la pista del virus causante del SIDA. En mayo de 1983, publicaron sus resultados en la revista Scienceidentificando un retrovirus al que llamaron HTLV-3.

Durante los meses siguientes, se desató una carrera científica para determinar si ambos virus eran el mismo o no. La comunidad científica albergaba la esperanza de que, efectivamente, se tratara del mismo agente causal, lo que facilitaría el desarrollo de pruebas diagnósticas y, a futuro, una vacuna.

En Estados Unidos, el equipo dirigido por Robert C. Gallo descubrió un virus al que llamaron HTLV-3. No pudieron creer que era el LAV, el mismo virus que los franceses habían detectado.

En Estados Unidos, el equipo dirigido por Robert C. Gallo descubrió un virus al que llamaron HTLV-3. No pudieron creer que era el LAV, el mismo virus que los franceses habían detectado.

Poco después, en 1984, las investigaciones confirmaron que el LAV y el HTLV-3 eran efectivamente el mismo virus, el cual sería renombrado como Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Este descubrimiento pavimentó el camino para la comprensión del SIDA y el desarrollo de tratamientos que permitirían mejorar la calidad de vida de millones de personas portadoras del VIH en todo el mundo.

El trabajo de Barré-Sinoussi y Montagnier sería galardonado en 2008, trece años después del descubrimiento del virus, con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina. Como ella recordaría más tarde:

Al Instituto Pasteur llegaron muchas personas, incluidas algunas que vivían con el VIH y que yo conocía. Me abrazaron y me trajeron flores. Fue un momento realmente conmovedor, y fue entonces cuando me di cuenta de que no era mi Premio Nobel sino nuestro Premio Nobel, que le pertenecía a toda la comunidad que llevaba años luchando contra el virus.