En detalle, cómo vieron los obispos a Milei

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El Presidente Javier Milei escuchó a los obispos reclamar por la crisis social, no se comprometió a nada y los derivó con la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello. De los cuatro obispos de la Conferencia Episcopal Argentina que se entrevistaron con él, tres son de la provincia de Buenos Aires y, según pudo saber este diario por relatos confiables, vienen recogiendo del territorio información que los preocupa. No salieron de la Casa Rosada aliviados. «La sensación con que se fueron es que el Presidente es obstinado y que no tiene Plan B», resumió una autoridad eclesiástica con pedido de reserva de identidad a cambio de franqueza.

La autoridad consultada prefirió no responder la pregunta sobre si la palabra «obstinado» fue utilizada en el sentido corriente, es decir como un sinónimo de «cabezadura», o con las acepciones que incluye la Real Academia Española cuando se busca el verbo «obstinar».

La acepción número uno, coloquial en Costa Rica, Cuba y Venezuela, es «exasperar».

Indica la acepción número dos: «Dicho de una persona: Mantenerse en su resolución y tema, porfiar con necesidad y pertinacia, sin dejarse vencer por los ruegos y amonestaciones razonables ni por obstáculos o reveses».

Y la sorpresa está en la acepción tres: «Dicho de un pecador: negarse a las persuasiones cristianas».

La presunta obstinación se dio luego de que los obispos llevaran encima la preocupación por la realidad del empobrecimiento en el conurbano bonaerense.

Una fuente eclesiástica, fiel a la tradición vaticana de cuidado en el uso del lenguaje, resumió la intención en cuatro palabras: “No fueron a felicitarlo”.

La comisión que visitó al presidente estaba integrada por monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente primero, monseñor Carlos Aspiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente segundo y monseñor Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la CEA. Uno de Mendoza y el resto de Buenos Aires.

Todos ellos son hombres de la línea del Papa Francisco. En algunos casos, como el de Ojea, también existen relaciones personales de amistad con el pontífice, con quien Milei estuvo reunido en Roma, a su regreso de Israel.

La CEA nuclea a los obispos, que son los jefes territoriales de las respectivas diócesis en las que está dividido el país. Cada obispo es responsable de los sacerdotes que realizan tareas pastorales en su diócesis. Son estos curas, por su inserción barrial, los que ponen a los obispos en conocimiento de la situación.

“En primer lugar, no era una reunión de trabajo sino un encuentro protocolar”, aclara alguien con despacho en la CEA, en Suipacha y Avenida Santa Fe. “Esta reunión se realiza tradicionalmente todos los meses de diciembre, pero en diciembre pasado el Presidente estaba recién asumido y se decidió pasarla para más adelante. Finalmente se concretó ahora”.

Aun así, la fuente destaca que “la reunión duró una hora aproximadamente, lo que demuestra el interés del Presidente por el planteo de los obispos, que tuvo en el centro la preocupación por los alimentos y los medicamentos. Insistió en derivarlos con la ministra Sandra Pettovello. Ella es la interlocutora designada”.

La declaración confirma que el Presidente no está interesado en llevar personalmente la relación con la Iglesia católica y que, como venían imaginando los obispos, el secretario de Culto Francisco Sánchez no tendrá un gran protagonismo en este gobierno. Es una diferencia marcada con Guillermo Oliveri, que ocupó el cargo 16 años: con Néstor Kirchner, con Cristina Kirchner en sus dos gobiernos y con Alberto Fernández.

La Iglesia ya había mantenido algunos contactos esporádicos con Pettovello y con su secretario de Niñez e Infancia, Pablo de La Torre. Sin embargo, la preocupación es si la ministra, que tiene a su cargo en realidad un superministro atravesado por problemas administrativos y de gestión, podrá hacerse cargo de los planteos de la jerarquía católica.

A modo de ejemplo, desde el 10 de diciembre se cortó la asistencia a comedores comunitarios y, a pesar de los reiterados reclamos, no se regularizó. Los comedores registran un severo incremento de la demanda.

“Fue una reunión para conocerse», fue la narración . «Monseñor Ojea lo había saludado en la oración interreligiosa el día de la asunción, pero sólo eso, y el resto de los asistentes no lo conocía.” Ante las preguntas, la autoridad consultada dijo que el Presidente  “escuchó pero no respondió ni se comprometió a nada”. Fue en ese contexto que quedó la doble impresión de que “no tiene plan B” y que se lo nota “obstinado”.

En línea con un pronunciamiento emitido el mes pasado, con el título de «La comida no puede ser la variable de ajuste», la misma fuente contó que los obispos reclamaron mayor celeridad en la llegada de la asistencia social. «La iglesia siempre va a estar del lado de la responsabilidad en la administración, del lado de la transparencia y la auditoría, pero mientras la gente igual tiene que comer.»

Agregó luego que «hay papeles que van y vienen, convenios que avanzan lentamente. Aunque sabemos que la lentitud es una característica general del gobierno y no lo tomamos como algo contra nosotros».

Los obispos transmitieron la preocupación que reciben de los curas que habitan los barrios en los que misionan. Entre ellos, la sensación de alarma es generalizada. Días atrás se viralizó una carta escrita por el obispo de Merlo-Moreno, monseñor Oscar Miñarro, que se refiere en duros términos a las políticas del gobierno nacional.

Afirma un fragmento de la carta de Miñarro: «Dice el Papa Francisco: es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”.

«A todos se nos pide esta conversión de cuidar la Vida. También y especialmente a aquellos que tienen la responsabilidad institucional de conducir los destinos de la Patria y de nuestro Pueblo. Lamentamos que los responsables del gobierno nacional sólo se preocupen de que cierren las cuentas y no miren a los hermanos heridos por las medidas que se van tomando. Esto también pide una conversión», reclama.

Y remata el texto de Miñarro: «Nos tomamos de la mano del Papa Francisco. Con él, nosotros afirmamos que en las cuestiones del poder no basta con la legitimidad de origen. El ejercicio del poder debe llevarnos a la construcción de sociedades más justas y humanas».

Contención

“En el marco de una reunión cordial los obispos agradecieron al presidente la convocatoria», sostiene el escueto comunicado oficial que la CEA difundió apenas concluida la reunión del martes. «En el encuentro le manifestaron su preocupación por la situación económica, especialmente en aquello que tiene que ver con la contención de aquellos sectores vulnerables que sufren, principalmente la falta de alimento y medicamentos. Los obispos en nombre de la Comisión Permanente, que se encuentra en estos días en su 196º reunión, llevaron las inquietudes de los obispos de las distintas provincias del país por la situación que se vive.”

“Las autoridades de la Conferencia Episcopal agradecieron al presidente la escucha atenta a todo lo planteado y reafirmaron su disposición a colaborar en el trabajo por el bien común y la paz social. Al finalizar la reunión los obispos entregaron como obsequio al presidente una edición del libro Statio Orbis, que narra la oración del papa Francisco en la Plaza de San Pedro al comienzo de la pandemia, y el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz”, concluye el texto.

El Papa habló el 27 de marzo de 2020, en plena tragedia del Covid, a una plaza vacía por las medidas de protección. Fue cuando dijo una de las frases que quedaron como marca, «nadie se salva solo». En la oración dijo que «con la tempestad se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar». Y la pandemia, además, «dejó al descubierto, una vez más, esa pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos».

Antecedentes recientes

A mediados de febrero,  Javier Milei fue recibido por Francisco en la Santa Sede, por espacio de una hora. De regreso de esa reunión, desde el entorno del Presidente dejaron trascender que el Papa «comparte el rumbo económico del Presidente», algo que de ser cierto hubiera sido contrario a la tradición vaticana de no emitir esa clase de juicios.

Dos semanas más tarde el pontífice hizo circular un video en el que, ante un auditorio compuesto por jueces, sostuvo que  «los derechos sociales no son gratuitos. La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales y equitativas. El Estado, hoy más importante que nunca, está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social».

En esa misma ocasión agregó que «todos los que ejercen un poder público tienen que tener presente que no alcanza con la legitimidad de origen. No. El ejercicio debe también ser legítimo. ¿Qué justificación puede tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas y dignas? ¿Puedo ser un buen magistrado mirando hacia el costado frente al sufrimiento del otro?».