«Milei es un hombre del poder económico, nunca vi algo tan explícito»

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Julia Strada se ha erigido en una de las voces más claras y molestas para el gobierno de Javier Milei y su entorno de intereses, y por eso ha merecido el destrato de varios allí, empezando por el Presidente. Hoy, habiendo sido un puntal de argumentos para desactivar la ofensiva del Ejecutivo con la llamada Ley de Bases, y socavar a riesgo de seguir el mismo rumbo el DNU a tratarse por la Bicameral, la economista del CEPA y diputada nacional de Unión por la Patria propone sumarse a una «resistencia activa» que construya un discurso informado para desnudar el régimen libertario. «Milei es de ellos, del poder económico, nunca vi algo tan explícito. Y ellos ya aprendieron con Macri que el gradualismo no les sirve, por eso Milei avanza así. No está loco, hay decisores del poder económico que así lo mandan», dijo Strada en diálogo con este diario.

De reciente arribo a la práctica política –asumió como legisladora por Buenos Aires el año pasado–, esta joven economista y cientista política rosarina sostiene que el consenso mayoritario que el gobierno todavía detenta se va licuando como lo hace con el poder adquisitivo popular, 30 por ciento menos desde que Milei asumió hasta enero. Para entonces, exhorta: «Es probable que la gente lo espere un poco más. Eso no significa que quienes tenemos en claro que esto no funcionará nos quedemos de brazos cruzando esperando. Tenemos que ejercer una resistencia activa como desde el CEPA nos ocupamos permanentemente de dar información económica y hacer análisis político con datos económicos».

—¿Cómo está la relación de fuerzas con el eje oficialista para frenar definitivamente el DNU?

—Desconozco el poroteo en el Congreso, y nunca se termina de saber hasta último momento. La lógica indicaría que quienes votaron en contra de los principales artículos de la delegación de facultades al Ejecutivo no juntaban mayoría. El DNU tiene en su primera parte una declaración de emergencia muy amplia y le da al Ejecutivo muchas cosas de intervención como la conversión de sociedades estatales en anónimas, y no se quiso votar porque tendrían una derrota estruendosa. Sentido común que todos a los que les hizo ruido la ley ómnibus deberían votar en contra del DNU y en todo caso tener conversación para que se convierta en ley en distintas partes. Es la única que le queda al gobierno, desarmarlo ellos.

—¿Qué deducís que hay detrás en el estilo Milei de arremeter contra todo y todos con suma vehemencia?

—Primero, veo una decisión del poder económico, que es lo que está detrás de Milei, más que el PRO o Macri. Nunca vi algo así como Wherthein queriendo ser embajador, Roca quedándose con YPF, Elztain siendo parte del gobierno, Bulgheroni teniendo negocios. Milei es de ellos. Nunca vi algo tan explícito. Hay un aprendizaje histórico del poder económico: «el gradualismo no nos sirve, como no le sirvió a Macri. No volvamos a cometer ese error». Y entonces acompaña que se haga de esta manera, con voracidad y velocidad. No es la locura de Milei, que es un tipo perseverante que se puso un objetivo. Como es outsider, no le cuesta desconocer la lógica de la política, al contrario, es su ADN. No hace esto porque está loco. Hay decisores del poder económico que le están diciendo ‘avanzá por este camino’. Entonces, hacen negocios con la puerta abierta como muchas veces quisieron y no pudieron. Luego sí, es un tipo que no transa con las teorías liberales tradicionales que hasta consideran algo de Estado. La Escuela Austríaca a la que él adscribe, que ya no se aplica en ningún lugar del mundo, desconoce el rol del Estado, una vuelta más de tuerca al liberalismo más tradicional, es la mirada con la que Milei avanza. Y desde ahí la dolarización es su objetivo concreto para bajar la inflación.

—¿Coincidís con que de alguna manera u otra lo está consiguiendo al pulverizar al peso?

—No coincido con que pulverizando los pesos podrá dolarizar. Dolariza el que tiene dólares por más que licúe. Obvio que la licuación del peso es indispensable para que disminuya su incidencia en la relación contra el dólar. Pero las reservas están todavía negativas -7500 millones de dólares-, así que mínimamente necesita llegar a eso para estar en equilibrio. Y como dice Caputo, juntar dólares de alguna manera: la liquidación de la cosecha, las privatizaciones era y es otro mecanismo para encontrar aporte de capital privado.

—Fondearse en dólares gracias a la venta de empresas del Estado, como pasó en los ‘90.

—Claro, solo entre 1990 y 1993 no hubo fuga, o sea, formación de activos externos. Esos únicos tres años que entraron más divisas de las que se fueron porque la venta de empresas estatales fue la manera de financiar el modelo de la convertibilidad. Hoy quieren hacer lo mismo, pero no les está resultando fácil. Nunca se dio una licuación tan fuerte. El salario mínimo vital y móvil cayó 30% en dos meses enero y febrero, y caerá 26% por la inflación esperada de acá a junio. El salario promedio registrado público y privado tuvo una caída de 19 puntos en diciembre y enero. Así llegamos como al 2024 como lo dice la UCA: pobreza de 57,4%. Luego caída de patentamientos de autos y motos, caída de la actividad, del índice de construcción, todas caídas de 30 o 40%. Nunca se vio algo tan fuerte y en tan poco tiempo, 2 meses.

—¿Es la contracara del argumento financiero que esgrime el gobierno, acerca de la toma de dólares y la recuperación de reservas?

—Sí, están obsesionados por hacerlo. Pero las condiciones estructurales no son tan sencillas. Cristina en su documento de trabajo historiza y fundamenta esta crisis de deuda actual, la que hizo que a Macri le fuera mal y no pudiera durar 8 años, que Alberto no pudiera ser reelecto y el peronismo perdiera, y el que hoy atraviesa al gobierno de Milei. Ante esto hay dos opciones: o intentás resolverla en términos estructurales como queríamos hacer con Massa, juntando dólares de Vaca Muerta, poniendo controles cambiarios, pidiendo paciencia a la gente pero tratando de pagar la deuda para tener soberanía y fortalecer el valor del peso, o taparlo. La convertibilidad, la dolarización es esconder el problema. Puede salir bien durante un tiempo, sí puede bajar la inflación y generarán un engaño en parte amplia de la población que percibirá que la cosa camina. Pero después la actividad económica, la estructura productiva, el desempleo, la pobreza se terminará llevando puesto el modelo económico. Tiene patas cortas. La convertibilidad duró un montón y fue un caso único, por eso Cavallo sigue siendo el adalid de la derecha, financiarse con deuda, duró hasta que estalló.

—¿Cómo evaluás la capacidad de reacción popular ante este proceso relámpago de transferencia de recursos?

—Es complejo el panorama. Todavía hay un margen. Estamos a dos meses. Tenemos un marco teórico y mirada distinta a Milei. Pero hay una parte importante de la población que lo votó como cualquier Presidente a dos meses de haber ganado, que dijo que iba a hacer esto, no hacer sufrir a la gente pero sí que habría estanflación, es probable que la gente lo espere un poco más. Nosotros también lo esperamos a Alberto Fernández cuando ya no nos gustaba su gestión. Eso no significa que quienes tenemos en claro que esto no funcionará nos quedemos esperando de brazos cruzados. Tenemos que ejercer una resistencia activa como desde el CEPA nos ocupamos permanentemente de dar información económica y hacer análisis político con datos económicos, algo que no hace todo el mundo.

—Claro, eso en cuanto a las bases, lo otro es la línea dirigencial. Has emergido como una voz clara en la resistencia a este modelo. ¿Considerás que faltan más voces que conduzcan este malestar en ascenso, que representen a quien no votó este gobierno?

—Lo primero que falta, que Cristina detectó, es un marco teórico claro. Lo que pasa también es que tenemos un lío interno en cuanto a qué es lo importante y lo menos importante, jerarquizar los problemas. Es algo que nuestro espacio político tiene que saldar. Concebir que algunos son cabezas de termo que no entienden nada y otros que la tienen reclara no ayuda, que el peronismo tenga esas discusiones a la luz del día. El foco que puso Cristina al decir que estamos en una crisis de deuda, y si mañana gane quien gane el problema sigue estando enfoquemos que ese es el problema de Argentina. Hay que alinearse ahí. Ahora me tocó ser diputada pero hace 10 años que desde el CEPA lo venimos diciendo. La militancia, el pueblo en general, tiene que entender cuáles son las razones económicas por las que estamos así. Si no damos esa discusión, luego en 2023 la perdimos porque votaron a Milei. Creo que ese debate, esa información ayudó a iluminar en un contexto de oscuridad donde tiraron 660 artículos por la cabeza con una ley, otros 360 artículos con un DNU y todos dijeron ‘qué es esto’. Había que ponerle ordenamiento, y eso es en clave de economía política. Necesitamos esos procesos formativos. Por eso las diplomaturas de economía política del CEPA, una en la UNR y con la cohorte estallada, 350 personas que la quieren hacer y el curso es de 40. Es que hay interés, ganas de estudiar economía pero no a nivel licenciatura sino para entender. El camino es por ahí, ojalá se sumen más a este desafío.