Era previsible, aunque no en tan poco tiempo, que una falla en los sistemas de purificación, daría la razón a los alarmantes pronósticos de las organizaciones y expertos ecologistas que se opusieron junto con los demás países insulares a la drástica decisión del gobierno de Japón.
El jueves (8/2) los medios japoneses informaron que la central nuclear Fukushima había reportado una peligrosa fuga de miles de litros de agua radiactiva, aunque aseguraron que no salió fuera de sus instalaciones devastadas por el tsunami el 11 de marzo de 2011.
El operador de la planta nuclear Tokyo Electric Power Co (TEPCO) informó: “Se estima que 5,5 toneladas de agua radiactiva —suficiente para llenar dos piscinas domésticas— salieron por una rejilla de ventilación, formando una balsa de agua en una placa de hierro en el exterior y filtrándose en la tierra alrededor”. Y aclaró: “ La radiactividad del agua escapada era 10 veces el límite legal para verterla”.
Investigación preliminares sospechan que la filtración podría deberse a válvulas que se quedaron abiertas cuando los trabajadores rociaban la máquina con agua filtrada, Asimismo TEPCO dijo que 10 de 16 válvulas que debían estar cerradas se quedaron abiertas durante el enjuague, y la filtración se detuvo cuando se cerraron las válvulas.
El diario oficialista chino Global Times recogió las declaraciones del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin quién se preguntó:
Polémico sistema de ”limpieza” de Fukushima
La fuga se dio en medio del filtrado de agua contaminada que forma que parte del controversial proyecto de TEPCO, un proceso que pretende reducir los niveles de radiación del agua residual (agua de refrigeración de los reactores radioactivos, mezclada con líquido subterránea y de lluvia filtrada hasta marzo de 2024).
La OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) a cargo del Argentino Rafel Grossi avaló el vertido y elogió el sistema de tratamiento de múltiples nucleidos (ALPS) que, según ellos, logra remover casi todo los radionucleidos -átomos con exceso de energía nuclear- salvo el tritio que “está presente en el mar y en el agua potable de origen natural y de fuentes hechas por humanos”.
Grossi anunció que las descargas serían «graduales y controladas» al mar y que tendrían un impacto radiológico «insignificante» en las personas y el medio ambiente oponiéndose a la postura de miles de expertos, ONGS y otros países que protestan contra la medida de Japón.
Este “accidente” que podría haber pasado a mayores refutan las afirmaciones del argentino. Aquel deteriorado sistema japonés no es infalible y parece desvelar desorden y caos en la gestión interna de TEPCO.
Daños irreversibles
diversos físicos nucleares aseguran que la tecnología del operador de la planta de energía nuclear paralizada, TEPCO no es suficiente para tratar los materiales radiactivos incluidos el cesio y el tritio, lo que conducirá a la contaminación de los productos del mar y provocará enfermedades letales como el cáncer y demás dolencias congénitas y numerosos daños genéticos.
El tritio y cesio de aguas residuales podrían no sólo concentrarse en las costas de Corea del Sur y China, sino también extenderse a áreas del resto del mundo dada las corrientes oceánicas.
Los ecologistas y científicos han advertido que el vertido de agua contaminada afectará la salud de toda la humanidad, el medio ambiente marino mundial y los intereses públicos internacionales
En la primera etapa del vertido, las autoridades japonesas ya han comenzado a verter en más de 30.000 toneladas de agua radiactiva al océano. Planean para este año 54.600 toneladas más.
China, que apenas inició el vertido prohibió la importación de todos productos alimenticios procedentes japoneses y llevó a cabo pruebas de radiación con alimentos procedentes del resto del país, instó a Japón a responder a las preocupaciones de la comunidad internacional y manejar el vertido con responsabilidad cooperando con un sistema de supervisión independiente y de largo plazo que implique a países vecinos y otros afectados.
El océano es propiedad de toda la humanidad, y verter productos radiactivos sin saber a ciencia cierta qué efectos perjudiciales provocará, es una irresponsabilidad terrible para Japón que sufrirá un importante desprestigio en su imagen en la gobernanza global.