La primera participación de Atlético Tucumán en la Copa Libertadores estuvo marcada por mística y gloria. Hace 7 años, el 7 de febrero de 2017, en Quito, Ecuador, el Decano viajó para jugar ante El Nacional por torneo continental, pero ni los jugadores, integrantes del cuerpo técnico y dirigentes imaginaron vivir la experiencia que atravesaron aquel día previo al partido y que terminó convirtiéndose en una hazaña.
Atlético Tucumán viajó en los días previos a aquel partido hacia la ciudad de Guayaquil, para no sufrir los efectos de la altura de Quito. El día del partido, la delegación completa se alistó para viajar, pero un inconveniente de papeles terminó frenando el vuelo, lo que generó que los jugadores terminen viajando más tarde en un vuelo de línea, evitando que llegaran en el horario programado del partido.
El plantel completo logró viajar, pero surgió otro problema: faltaba toda la indumentaria, ya que había quedado en la bodega del avión en donde iniciaron el viaje hacia Quito y del que se tuvieron que bajar por problemas en el papeleo.
Sin las camisetas y sin botines, los jugadores salieron al terreno de juego con la indumentaria que le prestó la delegación de la Selección Argentina Sub 20 que se encontraba en Ecuador disputando el Sudamericano de la categoría.
Para llegar al estadio, la delegación se trasladó en un micro que viajaba a 130 km por hora, según aseguraron los testigos. Ya en el estadio, recibieron la indumentaria del seleccionado juvenil y salieron a la cancha sin realizar precalentamiento.
Sin embargo, cuando parecía que la situación crítica que atravesaban los jugadores del Decano parecía mejorar, Lucchetti contó otro episodio que les tocó atravesar cuando estaban llegando al estadio para disputar el partido de Copa Libertadores.
«Y encima, cuando estábamos llegando, nos agarró una loma de burro, el colectivo pegó un salto, cayó, y se quedó muerto ahí, a unos 700 metros de la cancha. ’No te puedo creer, dale, hijo de puta, arrancá’, gritábamos. Brum, brum, lo hizo arrancar y llegó al estadio con lo justo, perdiendo agua, quedó ahí fundido en la puerta del estadio», narró el ex arquero de Atlético Tucumán.
«Pensé en pedirle las camisetas a los hinchas», aseguró Luis Juez, embajador argentino en Ecuador, para poder solucionar el problema de la indumentaria. Pero agregó «no tenían la numeración corrida», y es por eso que decidió ponerse en contacto con la utilería de la Selección Argentina Sub 20. «Por suerte la gente de la AFA se portó muy bien y prestaron las camisetas del sub 20». expresó Juez. «A algunos jugadores las camisetas les quedaban como body painting y los botines como escarpines», agregó entre risas el embajador.
«Ibamos haciendo willy con el micro. Parecíamos Rápido y Furioso 7», explicó Luis Juez acerca de cómo llegó el equipo al estadio. «El único precalentamiento fue el pique corto en el túnel del avión al micro», manifestó. Y agregó: «Generaron un nivel de adrenalina que hizo que estos pibes no se dieran cuenta de que estaban jugando a 2850 metros de altura. Yo me quedo sin aire atándome los cordones y estoy hace un año. La verdad es que entraron con una fiereza, con una hidalguía. Después del partido estaban realmente muertos».
El partido, por reglamento, corría el riesgo de suspenderse y Luis Juez intercedió y contó la conversación que tuvo con el presidente de El Nacional, el general Tito Manjarrez Lascano, para convencerlo de que el partido se defina en la cancha. «’Si ustedes nos ganan bárbaro, pero no en el escritorio’ le dije». Y siguió: «En el entretiempo nos invitaron a un ágape y le comimos todo y encima después le ganamos. El tipo estaba enculado, eso que estábamos 0-0 todavía, y yo trataba de hacerme el gracioso, hasta me saqué una foto», sentenció.
«Fue descarado lo que nos hicieron, nos pararon un avión en la pista. No sé quien. Entramos a la cancha sin hacer calentamiento, nos estaban amenazando que llegábamos y no jugábamos el partido. Ahí tienen, Dios es justo… ¡DIOS ES JUSTO!», esbozó con un elevado grado de enojo el entrenador Lavallén.