Caso Cecilia Strzyowski: el asistente del clan Sena confesó detalles macabros

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“Sí señora, parece que hay un cuerpo”, es el mensaje que Gustavo Obregón envió a Marcela Acuña el viernes 2 de junio alrededor de las 17.30 horas. Sus palabras surgen de un pedido de la dirigente social para que se acerque a Santa María de Oro 1.460, en Resistencia, y corrobore el hallazgo de un bulto que dijo haber visto en su domicilio y que -según sus propias palabras- le dieron “miedo”.

La terrible descripción de lo ocurrido en horas de la tarde, luego del crimen de Cecilia Strzyzowski en la casa de los Sena, surge de la declaración indagatoria que Obregón, ladero del matrimonio piquetero, realizó el 16 de junio y que se encuentra en la resolución con la que el Equipo Fiscal Especial (EFE) requirió las prisiones preventivas para todos los imputados en el hecho.

Obregón, imputado por encubrimiento agravado. relató que el vienes 2 de junio recibió un mensaje de su jefa Marcela Acuña por lo que tuvo que acercarse a la casa del clan Sena a revisar habitaciones buscando un “bulto” que parecía ser un cuerpo. En una de ellas, alumbrando con la linterna de su celular, encontró el cuerpo de Cecilia: “Salí disparado hacia afuera”.

Los fiscales que trabajan en la investigación sobre la desaparición de Cecilia, pidieron preventiva para los acusados.

La orden que recibió Obregón por parte de Acuña -contó él – fue que “no se entere de esto Emerenciano” y que aguarde la llegada de César Sena, algo que ocurrió minutos antes de las 19 horas.

Antes de la llegada de César Sena al domicilio, Obregón llamó a su pareja Fabiana González para que se presente “urgente a la casa del jefe”. Lo hizo. Juntos, con la autorización de Marcela Acuña mediante una llamada telefónica, volvieron a ingresar a la habitación y vieron el cuerpo de Cecilia envuelto en unas frazadas. González se fue rápidamente al barrio Emerenciano para hablar en persona con su jefa.

“Ayudame a sacar esto”

Cuando César volvió de una actividad del movimiento de sus padres en Colonia Elisa, a las 18:52, estaba acompañado de una trabajadora del barrio Emerenciano. Ordenó a Obregón que la lleve en su auto, quien cumplió la directiva e inmediatamente volvió a la casa de los Sena.

“Fui y vine como tiro. Estaba nervioso y no sabía qué hacer. Dejé mi auto en la calle. La camioneta de él ya estaba metida en el garaje de cola. Ahí César Sena me dice: “Gusti, ayúdame a sacar esto, tenemos que ir al campo”, una propiedad que está ubicada en Tres Orquetas, según declaró Obregón. Y agregó: “Yo le contesto que no, porque estaba muy asustado y nervioso. Ahí César me dice: ´Bueno trae la basura que está atrás´.

En el relato, el fiel colaborador de los Sena contó que cargó bidones vacíos en su auto particular y que ayudó a Sena a colocar el bulto en la cajuela de la camioneta, algo que realizaron con “dificultad” ya que el cuerpo estaba “duro”.

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“Andá mirando el camino, diciéndome si no hay moros en la costa”, fue la orden del joven de 19 años al empleado de la familia durante la conversación telefónica que mantuvieron en gran parte del trayecto desde Santa María de Oro 1460 hasta la chanchería.

A las 20 llegaron al campo. “Teníamos un montón de leña apilada, en frente de una virgencita, que debe estar aproximadamente a 150 metros aproximadamente de la casa, hacia el fondo”, dijo Obregón y manifestó que ya César había apilado todo lo que llevó y comenzó a quemarlo.

Se quedaron unos 40 minutos supervisando el fuego. “Marcela me llamaba constantemente y yo le termino contestando por mensaje que estábamos saliendo del campo. Las llamadas de ella me entraban como perdidas, porque hay poca señal ahí”, indicó Obregón y relató que finalmente se fueron. Describió que esa noche, en ese lugar, del “fuego que estaba al rojo vivo” salía un “olor feo”.

La coartada en medio del incendio

En una de sus ampliaciones indagatorias, Obregón manifestó que se quedó supervisando cerca del fuego “que no venga nadie” como se lo pidió el hijo de los dirigentes. Sobre ese momento, indicó: “Pude observar que César estaba manipulando dos celulares. Vi por la luz nomás, que él escribía en uno y después escribía en otro. Ahí no hay nada de luz, estaba todo oscuro, solamente se veía la luz del fuego y de los celulares”. Todo esto, hace presumir que, en medio del macabro descarte del cuerpo de Cecilia, su pareja y presunto femicida estaba elaborando su coartada.

“Después de que Cesar quemara eso, él me hablaba tranquilo, no le pregunte nada yo a él. Inclusive César me decía ´Gusti tenemos que jugar un pool´. Estaba tranquilo. Yo estaba asustado, tenía miedo, tenía respeto y todo junto, y por eso en el momento no salí hablar ni nada. Era yo contra todo el mundo, porque todos en el Barrio decía que César era inocente”, agregó ante los fiscales el imputado.

Finalmente, el 6 de junio fue el último paso en el plan criminal. Ese día Sena y Obregón volvieron al campo y se dirigieron a la fogata.

“Llegamos al campo, aproximadamente a las 14:30, ingresamos”, contó y siguió: “César Sena me dice: ´pedile a Gustavo -Melgarejo- una pala ancha´. Con dicha herramienta -relató- juntaron las cenizas que se presumen corresponden al cuerpo de Cecilia.

“Cuando se cargaban las bolsas, en ningún momento vi huesos grandes, pero sí podía observar que había huesos chiquititos”, manifestó Obregón. Finalmente se dirigieron al Río Tragadero, cercano a la chanchería, y descartaron los restos de un fuego que estuvo activo, se presume, más de 48 horas.