Rosario Ortega atiende a El Planeta Urbano en pleno work in progress. Está en un estudio, en el medio de la grabación de un nuevo sencillo que verá la luz muy pronto. A través del teléfono se cuelan algunas melodías que muestran una evolución en su sonido, un paso hacia adelante en la búsqueda musical que inició en 2020 con su segundo álbum, Otro lado, y que se profundizó con su reciente trabajo, Track, “un disco entre discos”, como ella misma define, en el que se dio el gusto de grabar grandes éxitos de Fito Páez, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, Café Tacvba, Illya Kuryaki and the Valderramas y hasta de Shakira.
–¿Cómo surgió la idea de armar este disco de covers?
–Hace tiempo que tenía ganas de grabar un álbum así. Cuando se dio la oportunidad, armé una playlist de más de cien temas que fui descartando. El primer filtro fue que fueran canciones de la década del 90; después, que quedaran bien con mi voz, y por último, que tuvieran una letra que me interpelara. Algunas las escuché mucho en mi adolescencia y otras las descubrí más tarde.
–¿La elección del tracklist es un reflejo de tus influencias musicales?
–Uno no elige cuáles van a ser sus influencias. Nunca dije: “Ahora quiero hacer música como tal”, sino que es algo un poco inconsciente. No sé por qué uno se agarra más de una influencia que de otra. Además hay que sumar la voz propia, que siempre es importante. Es medio inevitable ponerle la cuota de uno.
–Viviste tu infancia en los Estados Unidos, ¿por qué no elegiste canciones en inglés?
–El inglés es una lengua que canté mucho cuando era bastante más chica, pero después me lo empecé a cuestionar un poco porque el idioma que yo hablo es el español. Vivo en este país y por eso me pareció mucho más natural empezar a elegirlo. Obviamente, escuchar músicos en castellano hizo que fuera enamorándome del idioma cada vez más.
–¿Sentís que tu forma de componer está marcada por haber vivido entre los Estados Unidos y la Argentina?
–Mi primera niñez fue en Florida y después viví en Tucumán y en Buenos Aires. Tengo hermanos que, incluso, vivieron más tiempo que yo en los Estados Unidos y traían mucha música de allá, por eso escucho mucho hip hop de ese momento. De hecho, tuve mucho más acercamiento a esa música que al rock en sí; fue más tarde que empecé a investigar por ahí. Puedo decir que la música tan diversa que me gusta tiene que ver con los lugares donde estuve.
–¿Qué recuerdos tenés de cuando te instalaste en la Argentina?
–Fue un cambio muy grande para mí. Recuerdo que la separación de mis hermanos me dolió mucho. Fue como cuando cambian a un gato de casa, que es todo nuevo y se estresa. Por suerte, los niños tienen la capacidad de adaptarse rápido. Tengo recuerdos muy particulares de gente y de situaciones, navidades rodeada de mi familia e invitados que venían a casa, como Luis Miguel, que vino una vez. Era una cosa muy extraña, pero yo la pasé bien (se ríe).
–Tenés cinco hermanos (N. de la R.: Sebastián, Martín, Julieta, Emanuel y Luis). ¿Cómo te llevás con ellos?
–Me llevo muy bien con todos, pero soy más cercana a Julieta por una cuestión de que somos mujeres y porque tenemos muchos intereses en común. Si bien somos muy distintas, ella es a quien más frecuento.
–Siendo la hija de Palito Ortega podrías haber seguido el camino fácil y hacer un pop comercial. Sin embargo, en tu música hay una búsqueda estética, una intención de incorporar nuevas sonoridades y de desarrollar una identidad propia.
–Es el camino que me interesaba tomar. Si me hubiera salido hacer un pop re mainstream o un reggaetón, lo habría hecho también, pero me parece que no hubiera sido fiel a lo que a mí me gustaba. Eso no quiere decir que no escuche pop, sino que puedo valorarlo y me gustan muchas cosas, pero yo me siento más naturalmente en otro lugar, en lo alternativo. Además, ¿qué es lo fácil? Porque hacer pop y que esté bueno tampoco es sencillo. Puede ser que un tema sea pegadizo pero no esté bueno o que no pase nada con él, no hay una fórmula tan clara de cómo hacer las cosas. Mi papá fue un ídolo popular, pero no le fue fácil tampoco, aunque tiene un talento increíble para hacer canciones pegadizas.
–¿La carrera de tu papá tuvo algún efecto en tu música?
–Mis hermanos y yo nos criamos en un ambiente bastante inspirador, por eso creo que cada uno pudo destacarse en lo que hace; pero personalmente veo su música como algo bastante ajeno y de afuera porque, generacionalmente, somos muy diferentes. Empecé a darle valor a su música de grande, cuando, investigando por épocas, me puse a escuchar música de los 50 y descubrí canciones de él que no conocía. Me parecía increíble que eso lo hubiese grabado en determinado estudio o con tal orquestador. Él tiene unas producciones increíbles, sobre todo de temas que no son tan populares, pero lo veo como un sonido muy vintage y me flashea por ese lado.
–¿Qué opina él de tus canciones?
–Mi papá no es alguien que te vaya a dar una devolución efusiva o demasiado larga. Si mueve la cabeza y te dice que está buena es porque le encantó. Es un hombre de pocas palabras.
–¿Cómo sentís que fuiste creciendo como intérprete y compositora?
–Yo trato de hacer música que me estimule en el momento en que la estoy haciendo. Mi primer disco, de 2012, Viento y sombra, es un poquito más infantil, pero es lindo. Tiene más folk e influencias brasileñas, pero después simplemente fui para otro lado. Hay una búsqueda musical planteada y me parece que lo más importante es tener buenos temas. Hoy ya tengo un sonido que me gusta y que sé que me queda bien. Veo y siento una madurez en mi música y creo que hay una evolución tanto en las letras como en los sonidos.
–«Track» tiene invitados estelares, como Goyo Degano, de Bandalos Chinos; Juan Ingaramo, y Andrés Calamaro. ¿Cómo fue trabajar con ellos, en especial con el Salmón?
–Yo quería que en la mitad de los temas del álbum hubiera feats, y me imaginé que las voces de Goyo y de Juan iban a quedar muy lindas. Cuando empecé la versión de “Todo lo demás también”, pensé que sería buenísimo que participara el mismísimo Calamaro. De los artistas que seleccioné para grabar, Andrés es del que más fan fui en mi vida y del que más canciones me sabía, entonces era un flash pedirle esto. Le escribí a su manager, me dijo que quizás hacía un coro, y para mí ya estaba bien, pero después me llegó un mensaje por WhatsApp de él. Yo no lo tenía agendado, y cuando lo vi casi me muero. Cuando me dijo que se copaba, fuimos a la casa y dejó que hiciéramos lo que quisiéramos con su voz. Fue increíble, y para mí es el highlight del disco porque soy muy fan de él, de toda la vida.
–Vos también formás parte de la banda de otro grande del rock nacional, Charly García. ¿Cómo es trabajar con él?
–En realidad, nunca fui la fanática número uno de Charly, por eso creo que lo pude hacer, porque no me sentía tan inhibida. Obviamente, lo estaba, pero pude abstraerme un poco de que era él. Más tarde fui escuchando más lados B que no tenía tan incorporados y ahí caí en la cuenta del lugar en el que estaba. Empecé más atrás, desde un lugar de corista, y después directamente pasé a ser vocalista. A él también le gusta mucho hacer los coros, entonces era muy gracioso porque a veces, como en “Los dinosaurios”, me dejaba haciendo la voz principal y él empezaba a hacer la segunda voz. Era algo increíble para mí. Sacando el hecho de que es Charly y él nunca va a ser políticamente correcto en nada, nuestro vínculo siempre fue de mucho respeto.
–Participaste de la grabación de su nuevo álbum, ¿verdad?
–Sí, el nuevo disco ya lo terminó y aparezco yo. No sé cuándo verá la luz, pero está grabado y hay varios invitados también. Ojalá que salga pronto, porque es re lindo.
–Para terminar, contame qué proyectos tenés por delante.
–Justo ahora estoy trabajando en una canción que quiero sacar prontito. Se viene un disco nuevo y la presentación de Track, el 16 de junio en La Tangente, un lugar que me gusta mucho, con una banda de pibes que tiene muchísima onda.
Fotos: Karim Fortunato Pereda y Milo Nasio