Chernóbil chileno: Cuando «respirar» supone un riesgo

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Más de un centenar estudiantes de Chile se han intoxicado dado el aire contaminado producto del polo industrial que se emplaza en 1253 hectáreas en la bahía de Quintero y Puchuncaví, área considerada por Greenpeace como una “zona de sacrificio ambiental” y con comparativos con el accidente nuclear en Chernóbil.

La Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud de Valparaíso emitió un alerta ambiental (23/03/23) en Concón, Quintero y Puchuncaví por hidrocarburos no metálicos en suspensión en el aire. “Se decidió suspender las clases por los diversos casos de intoxicación que afectó a más de seis establecimientos educacionales”, indicó Romina Maragaño, la secretaría regional de Educación de Valparaíso, a 110 kilómetros de Santiago.

No es la primera vez que ocurre una intoxicación masiva en el “Chernóbil chileno” con coterráneos acostumbrados al picor de ojos, las náuseas, la cefaleas y a lidiar con la toxicidad del aire con máscaras en el exterior y purificadores de aire cuando los índices de calidad del aire (ICA) son nocivos, monitoreo operado por el Ministerio de Ambiente de Chile.

Este “área de sacrificio ambiental”, catalogado así por Greenpeace tras una intoxicación de más de 1800 residentes en el 2018 -con cuadros clínicos de vómitos con sangre, dolor de cabeza, mareos, parálisis de las extremidades y ronchas en la piel-, nuclea empresas termoeléctricas de carbón y refinerías de petróleo y cobre.

En tanto, esta nueva tanda de intoxicación presentó también “dolor de cabeza, mareos y problemas estomacales”, según lo refirió la municipalidad de Quinteros.

Crisis ambiental en Chile

El enviado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), David Boyd, alertó este mayo que Chile enfrenta una de las mayores «crisis medioambientales e interconectada» que vulneran los derechos de miles de personas, como las del polo Quintero.

«Olí los vapores tóxicos de la industria en (el complejo industrial) Ventanas y los sentí en mi garganta. Escuché el testimonio de las madres, con lágrimas en sus ojos, quienes temían enviar a sus hijos al colegio», relató Boy tras la presentación de un informe.

La calidad actual del aire en Quintero (24/05/23), según datos proporcionados por el Ministerio de Ambiente de Chile, es 2.2 veces superior al valor guía anual de calidad del aire de la OMS o PM2,5.

Es decir, la medida de concentración de PM2,5 -partículas en suspensión de menos de 2,5 micras- es un material particulado respirable presente en cualquier urbe bajo modalidad sólida o líquida (polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen, entre otras) pero cuya saturación supone un grave problema en el ecosistema.

“Hace más de un mes que anunciamos que íbamos a entrar en un tiempo complejo, con mala ventilación del aire, y que podían ser recurrentes los episodios de mala contaminación”, lamentó el alcalde Francisco Jeldes.

Debido a las actividades industriales de fundición de cobre y metales asociados, generación de energía y distribución de gases, entre otros, la bahía ha sido declarada en 1993 como zona saturada por anhídrido sulfuroso (so2) y material particulado.

Las personas del área de Quinteros, según el enviado de la ONU, «padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares» y se registran «niveles elevados de mortalidad infantil, niveles inaceptables de riesgo de padecer cáncer en los niños y una menor expectativa de vida», lo que concuerda con lo postulado por el licenciado Luis Eduardo Espinoza Almonacid (UNCuyo) en su artículo ‘El polo industrial Quintero-Ventanas, ¿Hasta dónde fue su desarrollo?’

Niveles que han implicado un daño significativo a la salud de las personas y del medioambiente, como puede observarse en los casos de la escuela La Greda, los continuos episodios de contaminación por varamiento de carbón en las costas de Ventanas, los dramáticos casos de cáncer que afectan a ex trabajadores de la Empresa Nacional de Minería (Enami) o el último caso de derrame de 38.700 litros de petróleo en la bahía