Atentado progre en Italia: Ecologistas destruyeron la Fontana di Trevi

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No es la primera vez que el arte en Italia sufre la insensatez del actual activismo climático. Esta vez, los autopercibidos “ecologistas”, en nombre del medio ambiente arruinaron una de las fuentes más famosos en Roma: la Fontana de Trevi, esculpida por Nicola Salvi.

Tal vez para llamar la atención, un grupo de activistas del movimiento Ultima Generazione vertieron un líquido negro, como una especie carbón vegetal, sobre una de las mayores fuentes monumentales del Barroco en Roma, punto turístico relevante en la capital italiana.

Inconformes con oscurecer las aguas, levantaron carteles que detallaban «no paguemos por fósiles» al mismo tiempo que gritaban: “Nuestro país se muere», según pudo saber Rai News.

Incluso los ecoactivistas lo presumieron en sus redes:

Tras el escándalo, los turistas profirieron insultos a los manifestantes que fueron reprimidos por los agentes del Grupo Trevi de la policía local de Roma Capital y la policía. Según medios locales, algunos jóvenes han sido identificados.

Absurda tendencia mundial

La limitación cultural e histórica de aquellos activistas es bastante preocupante. Piensan que por solo reivindicar una causa noble, como es la defensa del medio ambiente a través de la reducción de la huella de carbono, se encuentran libres de atentar contra el patrimonio cultural.

Lo que no advierten estos “progres” es que no sólo manchan o estropean las obras de grandes artistas, que por cierto su restauración cuesta millones de euros, sino que desprestigian al genuino movimiento climático; el racional que no arruina la cultura y que se aboca a la verdadera protección del medio ambiente.

No pueden justificar la vandalización de las obras artísticas para intentar «equilibrar» con los desastres naturales hechos por el hombre. Esta tendencia cancelatoria es peligrosa porque pervierte el significado y calidad de los legados culturales, poniendo en riesgo su existencia. No es la forma.

El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri afirmó que, por fortuna, el atentado contra la fuente no habría dañado permanente ningún aspecto de aquella “porque la pintura negra se ha asentado alrededor del material impermeabilizante, no en el mármol, y debería ser posible quitarla”. Pero “ el riesgo está cuando va sobre el mármol que es poroso».

Italia sufre varios ataques al patrimonio cultural. El año pasado, el alcalde de Florencia Dario Nardella detuvo con sus manos a dos activistas medioambientales que habían arrojado pintura naranja a la fachada del histórico Palazzo Vecchio.

Italia sufre varios ataques al patrimonio cultural. El año pasado, el alcalde de Florencia Dario Nardella detuvo con sus manos a dos activistas medioambientales que habían arrojado pintura naranja a la fachada del histórico Palazzo Vecchio.

Y dijo que para el arreglo, que supondrá vaciar la fontana para limpiarla, se necesitarán aproximadamente “ 300.000 litros de agua, que es la capacidad de la fuente”.

Hace tan solo un mes, la fuente Barcaccia en Piazza di Spagna esculpida por Gian Lorenzo Bernini fue también atacada mediante el mismo método y por la misma agrupación activista.

El año pasado, el alcalde de Florencia Dario Nardella detuvo con sus manos a dos activistas medioambientales que habían arrojado pintura naranja a la fachada del histórico Palazzo Vecchio, sede del gobierno local.

Las autoridades italianas ya están hartas de estos manifestantes. Por ello, el Consejo de Ministros de Italia a mediados de abril, aprobó un proyecto de ley contra los eco activistas que «manchan» el patrimonio cultural .

El texto prevé sanciones en caso de «destrucción, dispersión, deterioro, desfiguración, ensuciamiento y uso ilícito de bienes culturales o paisajísticos».

El Ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, había argumentado: «Los ataques a monumentos y sitios artísticos causan daños económicos a la comunidad. Quien realiza estos actos debe asumir la responsabilidad, incluida la responsabilidad financiera», según pudo saber Tgcom24.