Mucho voluntarismo en el Frente de Todos con los resultados en las provincias

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Los triunfos de gobernadores aliados al Frente de Todos en las elecciones celebradas este domingo y el anterior le dieron una cuota de oxígeno al oficialismo y algunos se tientan con encontrar en esos resultados algún predictor de la disputa presidencial.

Tras las victorias en Salta, La Pampa, La Rioja, donde gobierna el peronismo, y en Misiones, Tierra del Fuego y Río Negro, donde gobiernan aliados, surgieron análisis dentro del propio Gobierno Nacional que toman los resultados en esas provincias como indicios de un mejor desempeño del candidato oficialista en octubre del que anticipan hoy las encuestas.

«Nos dieron un día de alegría en un momento en que toda la prédica es que estamos muertos, que no tenemos posibilidad de ganar», se envalentonó Alberto Fernández este lunes en La Pampa, donde se subió al triunfo del gobernador Sergio Ziliotto, quien obtuvo su reelección.

Otro que buscó esperanza en los éxitos de los gobiernos locales fue el ministro del Interior y virtual presidenciable Eduardo ‘Wado’ de Pedro para quien expresó su expectativa de que el resultado nacional sea «parecido» al de las provincias que celebraron comicios.

«Hay una realidad, que hay cosas que desde el gobierno nacional que nos cuesta resolver, pero cuando el frente tenga los candidatos y se vuelva a discutir los modelos de país que están en juego no tengo dudas que el resultado en las provincias será parecido al nacional», dijo el hombre de Cristina Kirchner en el gabinete en diálogo con El Destape Radio.

«Los resultados hablan por sí solos: el peronismo se consolida con fuerza en todo el país», celebró en la misma emisora por su parte el jefe de Gabinete, Agustín Rossi.

En paralelo, comunicadores kirchneristas se preguntan si la crisis económica, que tiene como su costado más visible una inflación que podría cerrar el año en torno al 130%, no está siendo sobrestimada, relato que -ensayan- encontraría un freno en las victorias de los aliados de la Casa Rosada en las provincias.

Sin embargo, hay varios elementos que ponen en entredicho esa tesis. En primer término, el único hilo que une esa victorias es el de la revalidación de los oficialismos. En los comicios que se celebraron hasta aquí hubo reelecciones de gobernadores (Salta, La Rioja, La Pampa y Tierra del Fuego) y continuidad de los mismos signos políticos aunque con nuevos mandatarios, tales los casos de Misiones, Río Negro y Jujuy. Cabe destacar que en esta última provincia gobierna el radicalismo de la mano de Gerardo Morales, precandidato presidencial de Juntos por el Cambio, quien logró imponer a su delfín, Carlos Sadir, con casi el 50% de los votos. El peronismo fue dividido.

No hubo sorpresas ni batacazos.

El único caso excepcional es el de Neuquén, donde el gobernante MPN perdió la elección después de más de 60 años. Sin embargo, quien asumirá la gobernación, Rolando Figueroa, es un dirigente histórico del partido dominante neuquino que se sigue referenciando en él.

Los gobernadores peronistas fueron los primeros en ponerse a resguardo de una eventual derrota del Frente de Todos a nivel nacional desdoblando las elecciones. Prácticamente todos adelantaron los comicios para provincializar la discusión electoral y tratar de huir al desprestigio del Gobierno Nacional. Hay excepciones: Entre Ríos y probablemente Catamarca. Pero hasta en la provincia de Buenos Aires, que históricamente ha celebrado elecciones simultáneas con las nacionales, Axel Kicillof evalúa la posibilidad de un desenganche para no sufrir una tracción negativa del candidato presidencial.

El caso de Kicillof, que aún debe confirmarse, tiende cuando menos a relativizar el optimismo que las victorias en varias provincias inspiraron en un sector del oficialismo.

Circunscribir el debate electoral sólo a lo que refiere a la provincia mediante el desdoblamiento ha sido un efectivo instrumento de los gobernadores para revalidar la continuidad de sus espacios en el poder. Esa desnacionalización implicaría que en todos estos comicios no hubo una valoración del gobierno federal a la hora de depositar el voto en la urna. Al menos no en términos significativos.

Cuando toque evaluar al Ejecutivo Nacional, la historia podría ser muy distinta.

Por otro lado, hay antecedentes que también le ponen un límite, sino desmienten, que los resultados locales puedan ser predictores de los nacionales. En 2011, por ejemplo, se hilvanaron 3 contundentes derrotas del entonces Frente para la Victoria en Córdoba, Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires, un cuarto del padrón electoral. A partir de ellas no faltaron algunos editoriales anticipando un destino similar para Cristina Kirchner cuando llegara el turno nacional. Sin embargo, la entonces Presidente fue reelecta meses después con el 54% de los votos y con victorias en esos 3 mismos distritos donde meses antes habían sido revalidados sus respectivos oficialismos.

Otro ejemplo, más actual, puede ser el desempeño de los candidatos referenciados en Javier Milei. Si bien el dirigente libertario encabeza las mediciones a nivel nacional cuando se trata de candidatos individuales, sus representantes en las provincias no han superado el 10% de los votos reales.

Las victorias de los aliados al Frente de Todos en las provincias podrían coincidir con una (de muy bajas chances) a nivel nacional. Pero resultaría voluntarista suponer que la están pronosticando.