Blas Cinalli, el rugbier que parecía condenado a perpetua y recibió 15 años de prisión

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Blas Cinalli, uno de los ocho condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa, fue noticia en las últimas horas por unas supuestas declaraciones a un canal de noticias desde la alcaldía de Melchor Romero. Allí espera que se decida en cuál cárcel cumplirá condena a 15 años de prisión. Esa misma pena recibieron Ayrton Viollaz y Lucas Pertossi el pasado lunes, mientras que Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli y los hermanos Ciro y Luciano Pertossi fueron condenados a prisión perpetua.

Cinalli es primo hermano de dos de los cinco condenados a perpetua, los hermanos Pertossi. Sus madres son hermanas. Comelli y Viollaz son los únicos sin lazos sanguíneos, ya que además del parentesco entre los tres Pertossi hay que sumar que Thomsen y Benicelli son primos. Además, con 21 años, es el segundo más chico del grupo. Le lleva cuatro meses a Luciano Pertossi, el más chico.

La condena a Cinalli resultó llamativa, ya que tenía ADN de la víctima en sus dedos, y eso apuntaba a que recibiera, sino la pena máxima, una mucho mayor que la que le dieron los jueces del tribunal de Dolores.

En rigor, las cinco perpetuas fueron en carácter de coautor por «homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía, en concurso ideal con lesiones leves»; mientras que las tres sentencias a 15 años lo son por el rol de partícipe secundario.

Cinalli fue también el primero de los ochos en hablar públicamente del caso. Y no fue en el juicio, sino en febrero de 2020, cuando fueron llevados ante el juez David Mancinelli, a cargo de la instrucción. Ante el magistrado, en un momento de la audiencia, Cinalli tomó la palabra para decir que «no quisimos matarlo», tres años antes del discurso repetido por el grupo en sus palabras finales ante el tribunal.

Ante la instancia de apelación, y ante lo que implica la cuestión del ADN, Cinalli podría enfrentar que su condena se modifique y reciba una pena mayor. De momento, y a la espera de saber dónde quedará detenido (los cinco condenados a perpetua deberían ir a un penal de máxima seguridad y no queda claro si los otros tres irán con ellos al mismo destino), podría salir en libertad recién en 2035, cuando se cumpla la pena.