“Algunos beneficios son el fortalecer y mantener la autonomía de las personas, reducir el aislamiento social que tienen ciertos estilos de vida, aumentar la autoestima y mejorar la imagen que tienen las personas de ellas mismas; y particularmente, en la tercera edad, contribuye a evitar el deterioro cognitivo”, indicó Laura Pérez, Lic. Terapista Ocupacional (MN 1604 – MP 1024) y coordinadora en internaciones breves en el Sanatorio San Gabriel.
Y afirmó que -para lograr estos aportes y evitar las Enfermedades No Transmisibles– “se puede empezar de a poco, aún realizando actividades suaves como caminatas, acompañada de una alimentación sana y variada”. Luego, Pérez agregó: “Este proceso debe estar precedido por la consulta al médico, quien evaluara qué actividad es la más indicada y si está en condiciones de aptitud física”.
Por otro lado, apuntó que es muy estrecho el vínculo existente entre los hábitos saludables, la actividad física y las mejoras en el bienestar y la calidad de vida. “Nunca debe dejarse de lado la importancia del cuidado de la salud mental como parte de la salud integral de las personas”, enfatizó.
En suma, llevar adelante una actividad física acorde a cada persona y edad impacta positivamente en la salud mental, favorece la incorporación de prácticas de cuidado preventivo y, de esta manera, mejora la calidad de vida y bienestar.