Por otro lado, el financiamiento neto del Tesoro en el mercado local fue uno de los principales desafíos que enfrentó el Gobierno al cierre del año. El cambio de tendencia de los inversores en noviembre, reduciendo su exposición al riesgo del Tesoro y buscando dolarizar carteras, complejizó el panorama de financiamiento y llevó a la autoridad monetaria a intervenir en los bonos en pesos.
Ignacio Sniechowski, head of research en Grupo IEB, señaló que “gracias a los exitosos resultados de las licitaciones efectuadas por el Tesoro Nacional no fue necesario que éste pidiera adelantos transitorios al Central para cubrir déficit. La vuelta del financiamiento neto positivo durante diciembre despejó las dudas que existían en el mercado dados los pobres resultados obtenidos durante octubre y noviembre. Por supuesto que estas licitaciones no fueron gratis, requirieron de un Central muy activo en el mercado de deuda en pesos comprando cerca de $400.000 millones en diciembre para darle liquidez a agentes para que vuelvan a ingresar a las licitaciones”.
En cuanto a la demanda de dinero, consideró que “durante diciembre creemos que la demanda de pesos se incrementó en un 11% en términos nominales, un 4,9% de incremento real que se da estacionalmente todos los diciembres sumado a un 5%-6% de inflación esperada, con lo cual calculamos que la misma fue de aproximadamente unos $500.000 millones tomando como punto de partida la Base Monetaria a fines de noviembre de 2022”. Sobre este punto, un informe de Portfolio Personal Inversiones advierte que “a la emisión ya asegurada por las vías indirectas para 2023 se le sumará la inestabilidad de una demanda de dinero más frágil. Cabe recordar que la demanda de pesos lleva doce meses consecutivos de caída. La incertidumbre del proceso electoral podría profundizar la caída, ante mayor presión dolarizadora”.
Asimismo, Mauro Cognetta, analista financiero en Global Focus Investments, señaló que “la mayor circulación de dinero no tendrá un impacto en lo inmediato porque los meses de diciembre y enero estacionalmente son altos en demanda de dinero. Sin embargo, lo que hay que observar es que los $1,4 billones representan el 30% de la base monetaria que había al 25 de noviembre, el día previo a que arranque el dólar soja 2.0. Esta emisión es un riesgo importante para el primer semestre del 2023 y seguramente va a impactar en la inflación y en las cotizaciones paralelas al dólar. Probablemente, el impacto no sea inmediato, pero no debería demorarse mucho más, de hecho, en los últimos días vimos que el blue se despertó, pero aún no lo financieros”.