A un año de la implementación del programa Mi Pieza que lleva adelante el Ministerio de Desarrollo Social, la mayoría de sus actuales 173.000 beneficiarias de todo el país coincidieron en una valoración positiva de la iniciativa, y señalaron que mejoraron sus condiciones de vida, la salud, la convivencia del grupo familiar, la seguridad física de sus viviendas y la privacidad de las familias.
Así lo indica un informe de evaluación realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (OSDA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) y el ministerio sobre la aplicación del programa, que brinda asistencia financiera a mujeres residentes en barrios populares identificados en el Renabap, para la compra de materiales y contratación de mano de obra, a fin de realizar refecciones, mejoras o ampliaciones de su vivienda.
De acuerdo con el trabajo, más del 90% de las beneficiarias, que fueron mujeres con altos niveles de vulnerabilidad social de entre 25 y 45 años, está de acuerdo o muy de acuerdo con que la misma mejoró la convivencia del grupo familiar, la salud y la privacidad de los miembros.
Además, más del 90% de las beneficiarias mencionó estar de acuerdo o muy de acuerdo con que la obra disminuyó sus preocupaciones respecto a la seguridad física de la vivienda, y el 98% declaró estar de acuerdo o muy de acuerdo con que la obra mejoró su estado de ánimo.
Casi la mitad de las beneficiarias ampliaron sus viviendas, lo cual fue el tipo de obra que presenta niveles más altos de realización: antes de la obra, el 41% de las viviendas tenía una habitación mientras que un porcentaje similar contaba con dos, y a su finalización sólo el 13% de las viviendas contaba con una habitación, la mitad con dos y casi el 30% con tres.
El titular del Observatorio, Agustín Salvia, detalló durante la presentación efectuada en la Casa de Gobierno, que el programa significa «una transferencia de ingresos que no está dirigida directamente al consumo, sino a la creación de trabajo, motoriza la economía social y popular, con elementos estructurales, sociales y económicos que supera la mera transferencia de ingresos».
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Así, seis de cada 10 beneficiarias ha realizado hasta tres obras, y el 91% de las tareas incluyó el trabajo remunerado. En el 35% de las obras, trabajaron de forma remunerada dos personas, en tanto que en el 42% lo han hecho tres o más personas. Apenas un 9% de obras fueron realizadas por trabajadores no remunerados.
En casi ocho de cada 10 obras las beneficiarias recurrieron a personas del barrio para la realización de la obra.
Además de los trabajos principales, las beneficiarias concretaron otras obras de manera complementaria: el 37% mejoró el techo de su vivienda, el 34% mejorado las paredes y tres de cada 10 el piso. Al mismo tiempo, cerca de una de cada cuatro mejoró aberturas e hizo arreglos menores de plomería o electricidad.
El programa Mi Pieza «no está dirigida directamente al consumo, sino a la creación de trabajo, motoriza la economía social y popular, con elementos estructurales, sociales y económicos que supera la mera transferencia de ingresos»Agustín Salvia
Después de las obras, solo el 0,9% de las familias carece de baño, el 8,7% lo tiene en el exterior, y el 90,4% lo tiene en el interior de sus viviendas.
Con respecto de movimiento económico generado por el programa, el estudio indica que siete de cada 10 beneficiarias recurrieron para la obra a comercios de cercanía, y casi la mitad destinó la mayor parte del subsidio a la compra de materiales, destaca el estudio.
«Difícilmente se puedan encontrar aspectos superficiales, banales o superfluos en las compras, porque los recursos fueron claramente dirigidos a concretar la obra, y esto tiene que ver con el compromiso moral que toma la mujer con la obra, que apuntó lograrla, incluso cuando los recursos no le alcanzaban, buscó ganar de otros lugares para terminarla», subrayó Salvia.