La primera carretera y la bomba sucia

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En Armenia, durante una reciente expedición arqueológica, encontraron en perfecto estado una carreta de 4.000 años. Lo sorprendente no es el hallazgo en sí, sino las ruedas. Hechas de madera, permitían movilizar el vehículo sin esfuerzo humano. ¡Un elemento clave para nuestra civilización!

El ser humano se liberaba de llevar sobre sí pesadas cargas y accedía a un desplazamiento a larga distancia. Sin importar que eran ruedas rudimentarias, de madera, de fácil desgaste. Todo eso era accesorio. Lo fundamental es que la rueda permitió salirse definitivamente de la cueva, conectarse con el resto de la humanidad circundante, comprender que no estaba solo y, como si esto fuera poco, disponer de un transporte de carga.

¿Cuánto tiempo le habrá llevado a este ser humano de las estribaciones del Cáucaso oriental descifrar el misterio del desplazamiento? Sin duda, mucho más que el que le llevó a ese mismo ser humano crear una bomba atómica y sus portadores. En mucho menos tiempo, ese mismo ser humano cerró el ciclo y condenó a sus congéneres, a su especie y a todas las especies y a todo el planeta a la incertidumbre sobre su destino final.

Nunca como en la actualidad el futuro de nuestra especie depende tanto de un paranoico, o un desesperado aventurero, o simplemente de un bruto descerebrado.

El gobierno de Kíev extorsiona a una inconsistente Unión Europea afirmando que no pagará jubilaciones ni sueldos si Bruselas no le entrega los 9.000 millones de euros mensuales prometidos. El primer ministro Denis Shmygal advirtió que “cualquier demora en el pago conducirá a espantosas consecuencias”.

Fue más preocupante la denuncia del general Igor Kirillov, jefe de las tropas de defensa radiactiva, química y biológica de Rusia. El militar confirmó los planes del régimen de Kíev, cuyo objetivo es crear una “bomba atómica sucia” para detonarla en la capital ucraniana o en la cadena de centrales hidroeléctricas del Dniepr y acusar de su explosión a Rusia. “Este plan ya está elaborado y será la reacción a los éxitos de Rusia en su operación militar especial”, afirmó el militar. Kirillov anunció que “El Ministerio de Defensa ha organizado trabajos para contrarrestar posibles provocaciones de Ucrania: las fuerzas y los medios están listos para realizar tareas en condiciones de contaminación radiactiva”.

No se trata de una expresión mediática o de un exceso de precaución. El propio Volodimir Zelenski ya había convocado a la OTAN a descargar ataques atómicos preventivos sobre Rusia y en una reciente entrevista televisiva reclamó que la Alianza Atlántica destruya el Kremlin…

Foto Archivo

Foto: Archivo.

Aunque Mijaíl Podoliak, consejero del comediante, descartara estas declaraciones calificándolas como “un absurdo absoluto”, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, se comunicó este fin de semana con sus colegas del Pentágono, Gran Bretaña, Francia y Turquía, para entregarles prueba del plan. Shoigu denunció que la tarea de crear la “bomba sucia” (un proyectil atómico de baja potencia) se encontraba en su etapa final en el complejo minero de Zholtie Vody, en la región de Dniepropetrovsk, y en el Instituto de Investigaciones Atómicas de Kíev.

También denunció que Zelenski encargó a sus colaboradores mantener secretos contactos con Londres para concretar un posible traslado a Kíev de componentes de un arma atómica. Esto fue desmentido por el propio ministro de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, quien, aunque afirmó que Kíev no se apresta a escalar el conflicto, tampoco negó la permanente entrega de armamento a Kíev y el entrenamiento de soldados ucranianos en territorio inglés.

El secretario de Defensa de los Estados Unidos, el general Lloyd James Austin III, también fue informado por su colega ruso acerca de este intento atómico de Kíev. Aunque Austin destacó la necesidad de mantener estas comunicaciones directas con Shoigu, nada comentó acerca de la dislocación en Rumania de la 101 División Aerotransportada del ejército norteamericano. La unidad, considerada de elite, está lista según sus comandantes, para franquear la frontera con Ucrania, distante unos kilómetros de su ubicación.

Este fin de semana, el presidente estadounidense Joe Biden, justificó el desplazamiento y afirmó que Rusia “no debe lograr el triunfo de su operación militar”, Por su parte Aleksandar Vučić, presidente de Serbia, calificó este desembarco como “un evidente agravamiento del conflicto ucraniano”. El jefe del estado serbio advirtió: “Cuando usted ve que los norteamericanos enviaron su mejor unidad a Rumania, a pocos kilómetros de la frontera con Ucrania, resulta evidente lo que nos espera si esto desemboca en un choque frontal”.

Mientras tanto, Rusia inició la construcción de “Esfera”, un anillo de más de 600 satélites equipados con novísimos equipos de detección y comunicaciones, que permiten distinguir incluso uniformes militares o visualizar, pese al camouflaje, los distintos equipos artilleros o misilísticos y transmitir en tiempo real además de su ubicación, su movimiento, el ritmo de marcha y la distancia recorrida. Desde el cosmódromo “Oriental” fueron lanzados los primeros satélites del nuevo sistema, a bordo de un nuevo portador: el “Soyuz-2.1b”.

El viceprimer ministro Denís Manturov, definió el objetivo de “Esfera” como “el logro de servicios de comunicación cósmica de alta performance en interés de la seguridad de la Federación Rusa”.

La agudización del enfrentamiento que ya claramente involucra a Rusia y a la OTAN es muy preocupante para los líderes europeos, enfrentados a una dura crisis energética y alimenticia. El canciller alemán Otto Scholtz llamó a no permitir “pasos descuidados” y afirmó que “entre Rusia y la OTAN no debe generarse un conflicto directo”. Durante una entrevista periodística, el político alemán aclaró que “nunca amenazó a Vladímir Putin con una escalada militar”. Y reconoció que, según su sensación, casi el 30% de la población alemana no aprueba las sanciones contra Rusia y el suministro de armas a Ucrania.

En Europa crece el conflicto entre sus líderes. Mientras Scholtz y su colega francés Emmanuel Macron se enfrentan en la decisión de destinar recursos para diversos proyectos energéticos nacionales, el presidente húngaro Víktor Orban, su colega serbio Vučić, la nueva primer ministro italiana Giorgia Meloni y portavoces del gobierno griego se pronuncian en contra de nuevas sanciones contra Rusia y declaran que no suministrarán equipos militares a Kíev.

Foto Archivo

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A esa postura se ha unido Israel. En una reunión con embajadores de la Unión Europea, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, dijo que su país «tiene la política de respaldar a Ucrania con ayuda humanitaria y equipamiento defensivo para salvar vidas”. Añadió que no enviará sistemas de armas como los que le reclamó airadamente Kíev.

El ex presidente de Francia Nicolás Sarkozy observó que “lo único que escuchan ahora los europeos son nuevos miles de millones para la compra de armamento para Ucrania. Cuanto más armas haya, también habrá más muertes”.
Su sucesor Macron afirmó que existe la perspectiva de una solución pacífica del conflicto ucraniano pero que esa paz sería posible “sólo cuando Ucrania esté dispuesta a esto”.

Hasta ahora, quien ha presentado el plan más coherente para la resolución del conflicto ha sido el multimillonario Elon Musk, que planteó el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia, la definición de Ucrania como estado neutral y la realización de nuevos referendos en las repúblicas del Donbass y las regiones de Jersón y Zaporozhie, bajo la égida de la ONU, reconociendo la voluntad popular. Musk fue duramente criticado en Kíev y la administración Biden estudia declararlo un peligro para la seguridad nacional. Aunque la Casa Blanca lo considera como “demasiado poderoso e irreflexivo”, se guarda bien de aplicarle sanciones a quien es el suministrador de equipamiento de comunicación satelital y portadores cósmicos para el ejército norteamericano. El objetivo de Washington es mantener el conflicto “hasta el último ucraniano”…

En cambio, los círculos políticos europeos respaldan el retorno de Ucrania a la mesa de negociaciones. Un proceso que lidera el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y que encuentra en Moscú a un confiable interlocutor, basado en proyecciones de cooperación económica muy fuertes. La principal es la decisión de ambos países de construir un gran hub (sistema de transferencia) del gas ruso que llega a Estambul por el gasoducto “Torrente Turco” tendido por el fondo del Mar Negro, y que permitiría proveer a Europa desde el sur, paliando en buena medida la crisis energética.

El presidente turco señaló que gracias a la posición neutral de Ankara con respecto al conflicto ucraniano, el país no se colocó en la misma fila de los países europeos que sufren la crisis energética. A propósito de ello, tras la primera central atómica de Akkuyu​, construida y equipada por la rusa “Rosatom”, Moscú y Ankara están definiendo ahora construir una segunda usina. Además, Türkiye acaba de lanzar un primer misil de producción propia, en el acuatorio del Mar Negro. Cabe recordar que los sistemas de defensa antimisilística C-400 han sido provistos por Moscú.

En Washington advirtieron al presidente turco sobre la necesidad de respetar el régimen de sanciones impuestas a Rusia. Un intento tan frustrado como los esfuerzos del presidente Biden para obligar a Arabia Saudita a producir más petróleo y, de esa manera, bajar los precios del combustible. Er Riad, por el contrario, acaba de solicitar el ingreso a los BRICS y participó activamente en la cumbre de CICA, la organización de seguridad asiática, que se efectuó en la capital kazaja de Astana.

La errática conducción política de la Casa Blanca alimenta el propósito del expresidente Donald Trump de postularse nuevamente para el cargo. Además de afirmar que con él Washington nunca hubiera permitido el desencadenamiento del conflicto ucraniano, Trump impulsa la tendencia republicana a no continuar incrementando la ayuda militar a Kíev, en perjuicio de la atención a urgentes reclamos internos provocados por una inflación que ya superó el 8% mientras crece el enfrentamiento social. En dependencia de cómo sean los resultados de las elecciones norteamericanas de medio término, el próximo 8 de noviembre, los republicanos están listos para presentar sus demandas, mientras se agudiza la lucha interna demócrata que incluso puede desembocar en un pedido de juicio político para Biden.

El comportamiento internacional de la administración Biden, ahora dispuesta a abrir un segundo frente de conflicto con China por Taiwán, enciende todas las alarmas en las principales capitales del mundo. Ya se demostró su desaprensión por mantener un status quo internacional cuando se reveló la impresionante red de laboratorios que trabajan en elementos de guerra biológica. Su centro principal estaba en Ucrania y quedó en evidencia cuando Rusia accedió a la documentación secreta que incluso incriminó al propio hijo de Joe Biden, Hunter, a la cabeza del proyecto.

El almirante estadounidense Mike Gilday no descarta que la escalada del conflicto por Taiwán pueda ocurrir este mismo 2022, “hacia finales de año o potencialmente en 2023”. Por lo tanto, Gilday afirmó que los buques de guerra que envía Estados Unidos a la región de Asia-Pacífico “deben estar listos para la batalla”.

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A la luz de estas intenciones de Washington, cobra mayor relieve el resultado de las deliberaciones en el XX Congreso del Partido Comunista de China. La renovación del liderazgo de Xi Jinping es una clara confirmación de la postura inflexible de Beijing ante estas provocaciones norteamericanas. El congreso reiteró la concepción de “una sola China” y respaldó el curso de alianza estratégica con Rusia. La simbólica evidencia de esta decisión fue la “gentil” despedida de su asiento en la presidencia del congreso del anciano antecesor de Xi, Hu Jintao, precursor y líder de las primeras grandes reformas del régimen de Beijing y partidario de una política “suave” con Taiwán y del acercamiento con Washington.

A Hu lo sacaron prácticamente en volandas y sólo mereció una leve inclinación de cabeza de Xi, mientras todo el resto del presídium y la sala de sesiones asistía en silencio a su salida.

La definición china es una buena señal para las relaciones entre Beijing y Moscú. Su interacción, además de la coordinación plena de sus políticas en los foros internacionales, se verifica cada vez más en el terreno militar y económico. Para Rusia eso implica un más que seguro mercado y para China un gran respaldo en sus aspiraciones mundiales. Y para ambos significa la conducción de los nuevos y potentes procesos antihegemónicos que se despliegan en todo el planeta, incluyendo una Europa cada vez más crítica de la burocrática y alienada Unión Europea.

Mientras los dirigentes del Viejo Mundo se desgastan en debates sobre la conveniencia o no de respaldar a Kíev y, por elevación, restaurar la relación con Moscú, en todas las Casas de Rusia (sedes de diplomacia informal) distribuidas por los países europeos, comenzó una campaña muy sugestiva: abrieron sus puertas para que los ateridos ciudadanos de esos países puedan calentarse con una calefacción que no falla, y beban un cargado té ruso con priániki, los deliciosos y duros aros de harina.

El Viejo Continente enfrenta realmente una coyuntura inexorable. El dilema es si continúa a la zaga de los dictados de Washington o asume el paso hacia el mundo multipolar que está pariendo la gran mayoría de la especie humana. Aquella que empezó con la rueda. O si mantiene el camino de la beligerancia que, como se ve, sólo conducirá al holocausto mundial.

El punto crítico…