¿Por qué sube tanto el precio de la ropa?: las explicaciones de empresarios y pymes

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Una de las principales preocupaciones del Gobierno en materia inflacionaria de las últimas semanas tuvo nombre y apellido: prendas de vestir y calzado. Los precios de la ropa acumulan un alza del 118% en los últimos 12 meses, muy por encima del 83% de variación interanual de la inflación general que publicó el INDEC la semana pasada. Aumento de precios de indumentaria: si no se moderan, abrirían importaciones No es un fenómeno nuevo: el sector registra aumentos por encima del promedio desde junio de 2020, hace más de dos años. Ante la persistencia del problema pese a los acuerdos entre la Secretaría de Comercio y los empresarios, el ministro Sergio Massa dejó trascender que abriría las importaciones de bienes finales para forzar una desaceleración en las subas. Las razones del aumento de la ropa El secretario de Comercio Matías Tombolini acordó con 40 empresas el congelamiento de precios en el rubro el mes pasado. Desde entonces, sin embargo, los aumentos y remarcaciones especulativas de precio no cesaron. “No hubo nada de eso”, aseguraron desde el sector, negando la especulación en las subas. Más bien, sostuvieron que las principales razones tuvieron que ver con el aumento de los insumos importados — como hilados y telas sintéticas— “de hasta el 38%”, dijeron las autoridades de la Fundación Pro Tejer a Página/12. PUBLICIDAD Para la organización, el motivo detrás de esos aumentos no es la guerra de Ucrania, sino el «recrudecimiento de las restricciones para acceder a los dólares por parte del Gobierno”. Por eso, explicaron que tuvieron que importar “con dólares asegurados o financiados en el exterior y todo ese rulo de garantizar las operaciones con bancos extranjeros tuvo un costo” que, según señalaron, explica el “pico de aumento”. La falta de acceso a la divisa extranjera es también una de las causas que encontró el empresario textil Camilo Alan, dueño de una de las tantas PyMEs que componen más del 90% de la industria. “La materia prima que yo uso es importada, ¿y cuánto aumentó el dólar oficial?”, preguntó. La respuesta es: un 52%, lejos del 118% de inflación registrado por INDEC. Sin embargo, los insumos como el algodón, el poliéster o el nylon sufrieron incrementos de más del 50% en dólares entre 2020 y 2022. En el caso del algodón, a pesar de tener fuerte participación nacional, los precios internacionales presionaron su alza por tratarse de un commodity. De todas formas, existe un consenso en la industria respecto de que las cifras del INDEC, —donde mes a mes las prendas de vestir y el calzado superan el promedio— no son representativas de la realidad. “Si aumentamos por encima, no vendemos”, expresó Alan, y ratificó que las PyMEs no suben los precios en sintonía con el organismo de censos y estadística. Es algo que señalan también desde Pro Tejer, y advierten que el IPC toma principalmente los valores en los shoppings, donde hay un mayor componente de prendas que provienen del exterior. En esa línea, remarcan que “un 50% de lo que se comercializa en Argentina es importado”, cuyos precios no dependen del empresariado local. Por eso, en vez de seguir el IPC, hay quienes recomiendan ver la variación del IPCM (mayoristas), donde los textiles no están entre los aumentos más altos. La especulación también existe «Las explicaciones han ido mutando. En algun momento decían que era por el precio internacional, que se cruzaba con el precio de los fletes», consideró el economista Hernán Letcher sobre las justificaciones del sector. «También tenías las restricciones a las importaciones, después la inestabilidad cambiaria y después que se medía el índice en los shoppings, como si supuestamente no pasara nada en el resto de los locales». Letcher repasó la inflación mensual del rubro «Prendas de vestir y calzado» y señaló que lleva varios meses de incrementos cercanos al 10%, entre los que se destacan por ejemplo 10,9% en marzo, 9,9% en abril, 8,5% en julio, 9,9% en agosto y 10,6% en septiembre, siempre según las cifras del INDEC. «Es difícil identificar donde está el proceso especulativo en esta cadena», dijo en diálogo con Página/12. «Es subjetivo, pero a mí me da la impresión que está concentrada en la etapa de hilados, porque ese segmento de la cadena tiene niveles de concentración (pocas empresas) elevados». Sobre el argumento de que la medición se realiza en grandes centros comerciales, detalló: «Es poco sostenible el argumento de los shoppings, porque ahí se vende de todo, ¿por qué el aumento afectaría solo a la ropa y no al resto de los productos?». Además, «no todas las prendas son importadas, y no todas las telas. En Argentina es solo una parte la que se importa. Es cierto que hubo incremento de precios a nivel internacional, pero hace unos tres meses que esto no ocurre», rebatió Letcher. Finalmente marcó: «Tampoco el escenario local explica esto, porque vos no hay actualmente una devaluación significativa que justifique los precios que la ropa está teniendo». ¿Cómo se compone el precio de la ropa? Pro Tejer informó que el costo acumulado de toda la cadena de producción representa apenas un 8,5% de la torta en lo que se paga finalmente por el producto en los centros comerciales tradicionales. Allí se contempla a los productores, desmontadores, hilanderías, tejedurías, tintorerías, lavaderos y confeccionistas. Un 9% corresponde a la logística y comercialización —como el transporte—, 12,7% al alquiler del local; 2,5% a la publicidad; 4,8% a la rentabilidad de la marca y 12,2% se lo llevan los bancos por las operaciones en tarjetas de crédito y débito o el uso del posnet. El 50,3% restante es por parte de los impuestos, como IVA, Ingresos Brutos, Ganancias, tributos a los débitos y créditos bancarios, rentas provinciales, Seguridad e Higiene y otras tasas municipales —aunque también incluyen aportes y contribuciones a la seguridad social—. “El alquiler está aumentando cualquier cantidad, por la Ley de Alquileres y porque no hay oferta de locales vacíos”, enfatizó Alan a este medio, desde el lado de las PyMEs. El hombre del sector textil forma parte de un amplio abanico de pequeñas empresas que pertenecen a otros circuitos comerciales “con lógicas distintas y precios más accesibles y competitivos que los grandes centros de compra», como es el caso de la avenida Avellaneda.