Alta inflación: ¿por qué los precios son más sensibles y los aumentos más rápidos?

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Argentina sufre de inflación acelerada y para fin de año el fantasma de los tres dígitos se vuelve más real. En septiembre, los pronósticos ubican al nivel general de precios cerca del 7% y algunas consultoras privadas aseguran que el acumulado de 2022 incluso superará el 100%.

A este ritmo, si no hay un programa de estabilización, coinciden analistas, la escasez de dólares sumada a la brecha cambiaria, y el «aprovechamiento» de los formadores de precios, entre otros factores, llevarán a consolidar un fenómeno que desde hace unos meses está presente y complica a la economía: el régimen de alta inflación.

Se trata de una combinación de variables que generan una volatilidad mayor en la dinámica de los precios, un efecto más sensible a cualquier comportamiento de la economía. Según explicaron distintos economistas, las condiciones son:

  • Inflación anual por encima del 50%.
  • Tener dos o más años con inflación por encima del 40%.
  • Tener el doble de inflación promedio en los últimos dos años.

En el caso de Argentina, requiere una inflación anual del 64%, indicó el director del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación German Abdala (Itega), Juan Manuel Telechea.

¿Qué sucede entonces en un régimen de estas características? «Cuando pasás a un régimen de alta inflación, el cambio más importante es que la velocidad a la que ajustan los precios se incrementa y además éstos se vuelven muy sensibles al más mínimo problema (económico o político)”, explicó el economista.

En un régimen de alta inflación deja de ser importante qué tanto suben los precios para que la variable de análisis sea qué tan rápido se mueven.

En un régimen de alta inflación deja de ser importante qué tanto suben los precios para que la variable de análisis sea qué tan rápido se mueven.

Es decir, que deja de ser importante qué tanto suben los precios para que la variable de análisis sea qué tan rápido se mueven.

El punto de quiebre en el último año fue tras la renuncia de Martín Guzmán, cuando “la inflación pegó un salto sin que haya habido ningún cambio en las variables económicas”. Un ejemplo claro de esta susceptibilidad fue cuando en la semana posterior a la decisión del exministro hubo remarcaciones de precios de entre 10% y 15% sin algún tipo de arraigo más que la incertidumbre.

Cambios en consumidores y formadores de precios

Desde el lado de los consumidores es “más difícil medir el impacto en el corto plazo”, advirtió Luciana Bilbao, contadora e integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), pero para los formadores de precios, este escenario les “favorece”, consideró.

“Si miramos lo que sucedió en julio y agosto, vemos que a pesar de la retracción de los precios internacionales, se perciben alzas sensibles en productos de consumo masivo. Según algunos analistas, esta escisión se debió, en julio, al incremento de los dólares paralelos (el CCL llegó a $340 a finales de ese mes) derivada de la renuncia del hoy ex ministro Guzmán a principios de julio”, analizó.

Y resaltó: “Sin embargo, resulta evidente que esa situación fue aprovechada por sectores formadores de precios para remarcaciones significativas y arbitrarias que pretendieron justificarse en problemas de “cobertura” por las restricciones impuestas sobre el acceso a dólares para importaciones (dada la decisión del BCRA)”.

La inflación de julio dio el salto mensual más alto de los últimos 20 años

La inflación de julio dio el salto mensual más alto de los últimos 20 años

Esa “avivada”, señaló Bilbao, quedó aún más expuesta “en la medición del mes de agosto, dado que los precios se incrementaron al 7,1% a pesar de que el CCL se redujo a $280 y, como se dijo, sin efecto guerra (la brecha entre la evolución de precios internacionales en pesos e IPC alimentos fue de 10% en julio y se incrementó a 14% en agosto). Tampoco la variación el TC explica las variaciones: aunque se aceleró en agosto, alcanzó sólo 5,3% en promedio”.

La economista Antonella Gervagi, por su parte, analizó que para los ahorristas es una situación en la que “la plata quema” y el peso resulta obsoleto como reserva de valor. “Las personas no desean ahorrar en pesos porque la moneda pierde su valor. Se busca ahorrar en una moneda fuerte como el dólar o en inversiones como pueden ser un fondo común de inversión, acciones, CEDEARS, entre otros”, explicó a este medio.

¿Qué factores se combinaron para llegar a un régimen de alta inflación?

La inflación como fenómeno multicausal y cíclico no puede reducirse a una única razón. Telechea explicó que a nivel precios, por un lado están los “determinados localmente, donde ahí lo que se observa es que las empresas aplican un margen de ganancia por sobre sus costos; y los precios que están determinados por el exterior (exportaciones e importaciones), que dependen fundamentalmente de los precios internacionales y el tipo de cambio”.

“A partir de eso, las variables más relevantes que impactan directamente en el nivel de los precios son el tipo de cambio, los términos de intercambio, los salarios y las tarifas. A eso se le pueden incorporar otras variables que impactan de manera indirecta, más que nada a través del tipo de cambio, como las expectativas y la cantidad de dinero”, advirtió.

Para Bilbao, el problema radica en “el factor fundamental del problema estructural que es la escasez de dólares”, pero recordó que los niveles de inflación aumentan “desde la devaluación y la crisis de deuda de Cambiemos, luego durante la pandemia y ahora con el conflicto bélico”.

En los consumidores, los ahorros

En los consumidores, los ahorros «queman» y el peso pierde valor

“El conflicto bélico fue el principal componente que generó el salto a un régimen de alta inflación. La consecuencia de entrar en este tipo de régimen es que cuando el conflicto bélico deja de tener un impacto sensible en los precios, ya no se vuelve a los niveles previos”, destacó.

Bajar la inflación será aún más difícil

El economista Daniel Heymann, exmentor ad honorem de Guzmán, escribió en su paper «Inflación y políticas de estabilización»: «La respuesta de los precios a un estímulo dado dependerá de las percepciones y expectativas de los que fijen esos precios. En particular, el patrón de ajuste de precios variará según cómo estime el público que se determina la política económica».

Es decir que bajar los precios en medio de un régimen de alta inflación es aún más complejo que lograrlo en regímenes de funcionamiento moderado ya que la sensibilidad es tal que a la política económica se le agrega el factor de la confiabilidad y las expectativas.

En ese contexto, para el director de Itega «la única manera de evitar que este problema se espiralice es aplicando un programa de estabilización«. «No creo que este gobierno tenga la credibilidad o el tiempo necesario para llevarlo a cabo, con las elecciones presidenciales tan cerca», advirtió.

«Frente a eso, la mejor alternativa es evitar nuevos saltos en los precios o en los tipos de cambios, y en este sentido me parece que lo que está haciendo Sergio Massa va por ese lado, porque la urgencia estaba en recomponer reservas, como condición mínima para evitar una devaluación. El tema es que seguramente en unos meses vamos a estar discutiendo lo mismo», completó Telechea.

Para la integrante del CEPA, en tanto, «si bien desde distintas ramas de la economía se plantean diferentes recetas, la realidad es que hay una hoja de ruta a respetar que es la del Fondo Monetario Internacional. Pero el eje principal tiene que estar en la acumulación de reservas, complementado con políticas de discusión sectorial, para atacar cada sector especifico, con su problemática especifica».

Gervagi, por su parte, analizó: «Si bien la parte monetaria es muy importante, también es importante el déficit, la puja distributiva, como están los precios relativos, el dólar, los aumentos de los precios regulados (como tarifas), la aprobación o no del presupuesto que se acaba de presentar».